jueves, 27 de junio de 2013

Nuestra Elevada Vocación.

Ayudándonos unos a otros


Así que, entretanto que tenemos tiempo, hagamos bien a todos, y mayormente a los domésticos de la fe.
Gálatas 6:10.

En el plan de Dios, los seres humanos han sido hechos necesarios los unos a los otros. Si todos hicieran lo más posible para ayudar a aquellos que necesitan su ayuda y su amor y simpatía desinteresados, ¡qué obra bendita podría hacerse! A cada uno Dios le ha concedido talentos. Estos talentos debemos utilizarlos para ayudarnos mutuamente a andar en el camino estrecho. En esta hora cada uno está relacionado con el otro, y todos estamos unidos en Cristo. Aumentamos y perfeccionamos nuestros talentos con el servicio desinteresado.


Los miembros de la iglesia de Dios en esta tierra son como diferentes partes de una máquina, todas relacionadas estrechamente unas con otras y dependientes de un gran centro. Debe haber unidad en la diversidad. Ningún miembro de la firma del Señor puede trabajar independientemente en forma exitosa, desprendido de los demás. ... Todos deben utilizar al servicio de Dios las capacidades que se les han confiado, para que cada uno contribuya a la perfección del todo. Cada uno debe trabajar bajo la supervisión de Dios.


Mediante la maravillosa unión de la divinidad con la humanidad en Cristo, se nos asegura que aun en este mundo podemos ser participantes de la naturaleza divina. ... Cristo ha prometido cooperar con aquellos a quienes ha confiado talentos. El ha prometido capacitarnos para que seamos sus colaboradores. El nos ayudará a seguir su ejemplo, a hacer bien y rehusar hacer el mal. Debemos ser conductos consagrados a través de los cuales fluya el amor de Dios hacia aquellos que necesiten ayuda. Cristo envía su luz a los que mantienen abiertas hacia el cielo las ventanas del alma. Mediante la influencia del Espíritu Santo realizan las obras de Dios. El que se aproxima más a la obediencia de la ley divina prestará un mayor servicio a Dios. El que sigue a Cristo, obrando de acuerdo con su bondad, su compasión, su amor por la familia humana, será aceptado por Dios como un obrero juntamente con él. El tal no se contentará con permanecer en un nivel bajo de espiritualidad. Constantemente tratará de alcanzar un nivel más elevado.—Carta 115, 1903, pp. 6, 7.

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