Honrados sean los pacificadores
Bienaventurados los pacificadores: porque ellos serán llamados hijos de Dios. Mateo 5:9.
¡Pacificadores! Qué tesoro es el pacificador en la familia; qué bendición en la iglesia. Los pacificadores pueden ser tentados, pero su vida está oculta con Cristo en Dios. Ellos contemplan a Jesús, copian su modelo. ... Reciben la paz que Cristo da. ...
La verdadera naturaleza de nuestra religión, no se encuentra en la posición que ocupamos, sino en el espíritu suave, en la mansedumbre y en la paz que manifestamos. Nuestra religión se manifiesta en el círculo del hogar, mediante la atmósfera que rodea el alma y que proporciona felicidad a la familia. ...
Los verdaderos cristianos no ... hablarán de
una manera trivial. En el círculo familiar del hogar harán servicios de amor y
manifestarán una cortesía cristiana. Estos servicios pueden parecer cosas
comunes, pero el universo del cielo se interesará en la conducta consecuente de
aquellos que procuran beneficiar a otros. ...
Es no sólo nuestro privilegio, sino nuestro deber, cultivar la mansedumbre, para que la paz de Cristo esté en el corazón, y como pacificadores y seguidores de Cristo sembrar una preciosa semilla, que producirá una cosecha para la vida eterna. Los profesos seguidores de Cristo pueden poseer muchas cualidades buenas y útiles; pero su carácter queda muy deformado por un temperamento falto de bondad, displicente y juzgador. El esposo o la esposa que abriga sospecha y desconfianza, crea disensión y dificultades en el hogar. Ninguno de ellos debiera reservar sus palabras amables y sonrisas únicamente para los extraños, y manifestar irritabilidad en el hogar, destruyendo así la paz y la alegría. ...
Únicamente la semejanza con Cristo puesta en práctica puede hacer que una persona sea pacificadora en el hogar, en la iglesia, en el vecindario y en el mundo. La religión es una santificación práctica. ... La verdadera cualidad de la religión es medida por la manera por la cual cada miembro de la familia cumple sus deberes hacia sus asociados. ... Aprended la lección preciosa de ser pacificadores en la vida de vuestro hogar.—Carta 34, 1894.
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