viernes, 5 de julio de 2013

Nuestra Elevada Vocación.

¡Más, más y más!

Las riquezas y la honra están conmigo; sólidas riquezas, y justicia. Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; y mi rédito mejor que la plata escogida.
Proverbios 8:18, 19.

El hombre codicioso se hace más codicioso a medida que se acerca a su muerte. El hombre que durante toda su vida ha estado acumulando tesoros terrenales, no puede desprenderse prontamente de la conducta a que está acostumbrado. Aquel que busca un tesoro celestial, ¿no deberá ser más sincero, más celoso y estar más intensamente interesado en procurarse los tesoros que son de arriba? ¿No codiciará la sustancia mejor y más permanente? ¿No buscará la corona de gloria, que es imperecedera, las riquezas que la polilla y el herrumbre no corrompen, y las cuales los ladrones no pueden robar? Cuanto más ardientes son las esperanzas, tanto más constantes son sus esfuerzos y más determinado está a no fracasar en obtener el tesoro inmortal. ... Su negocio en la tierra es asegurar la riqueza eterna. No puede consentir, y no consentirá, después de probar los dones celestiales de Dios, en ser un pobre, dejado en destitución durante la eternidad. La pasión del alma es más, más. Esta es la verdadera necesidad del alma. Necesitamos más de la gracia divina, más esclarecimiento, más fe. ... El alma anhelante dice: Debo tener más de los dones celestiales.

Oh, si todas las energías mal encausadas fueran dedicadas al gran objeto—las ricas provisiones de la gracia de Dios en esta vida—; ¡qué testimonios podríamos colocar en los recintos de la memoria, recordando las misericordias y los favores de Dios! ... Entonces tendríamos el hábito de llevar con nosotros, como un principio permanente, el deseo de acumular los tesoros espirituales tan ferviente y perseverantemente como los mundanos trabajan por la obtención de las cosas terrenas y temporales. Bien podéis estar descontentos con la actual provisión, cuando el Señor tiene un cielo de bendiciones y una tesorería de buenas cosas para satisfacer las necesidades del alma. Hoy necesitamos más gracia, hoy necesitamos una renovación del amor de Dios y de las señales de su bondad, y él no retendrá estos buenos y celestiales tesoros del que los busca en verdad. ...

Los que sienten sus necesidades espirituales mostrarán el anhelo de su alma, sus ardientes deseos, que se extienden hacia arriba y hacia adelante sobre toda cosa terrena y temporal, hacia lo eterno.—Manuscrito 22, 1889, pp. 6-8.

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