“Escrito está”
Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16, 17.
Que el buscador de la verdad que acepta la Biblia como la Palabra inspirada de Dios deje a un lado toda idea previa, y tome esa palabra en su simplicidad. Debiera abandonar toda práctica pecaminosa, e iniciar su estudio con el corazón enternecido y subyugado, listo para escuchar lo que Dios dice.
No llevéis vuestro credo a la Biblia, para leer las Escrituras a la luz de ese credo. Si encontráis que vuestras opiniones son opuestas a un claro “Así dice Jehová”, o a cualquier mandamiento o prohibición que él ha dado, atended la Palabra de Dios antes que lo que los hombres dicen. Que cualquier controversia o disputa, sea resuelta por un “Escrito está”.
Que el corazón sea enternecido y subyugado por el espíritu de oración antes de comenzar la lectura de la Biblia. La verdad triunfará cuando el Espíritu de verdad colabore con el humilde estudiante de la Biblia. ¡Cuán precioso es el pensamiento de que el Autor de la verdad todavía vive y reina! Pedidle que impresione vuestras mentes con la verdad. Entonces será provechosa vuestra investigación de las Escrituras. Cristo es el gran Maestro de sus seguidores, y no permitirá que andéis en tinieblas.
La Biblia es su propio intérprete. Con hermosa sencillez, una parte se relaciona con la verdad de otra parte, hasta que toda la Biblia constituye un todo armonioso. La luz procede de un texto para iluminar alguna porción de la Palabra que parecía más oscura.—The Review and Herald, 13 de agosto de 1959.
Las lecciones de Cristo soportarán un denso estudio. Una verdad comprendida en su sencillez, demostrará ser la llave para todo un cúmulo de verdad. Cristo es el gran misterio de la piedad. El es el Maestro que esparce los dorados granos de la verdad, los cuales, para recogerlos y unirlos en la cadena de la verdad requieren tacto, habilidad, profundidad, y laboriosidad de investigación. La Palabra es la tesorería de la verdad. Nos proporciona todas las cosas esenciales para prepararnos para nuestra entrada en la ciudad de Dios.—Manuscrito 8, 1898, pp. 4.
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