"Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta." (Sant. 2: 26).
En el mundo cristiano hay muchos que pretenden que todo lo que se necesita para la salvación es tener fe; para ellos las obras no significan nada, y la fe es lo único esencial. Pero la Palabra de Dios nos dice que la fe sin obras es muerta... La fe y las obras van mano a mano... Las obras no nos salvarán nunca; es el mérito de Cristo lo que tendrá valor para nosotros. Mediante la fe en él, Cristo tornará aceptables para Dios todos nuestros esfuerzos. La fe que se nos pide que tengamos no es una fe inútil; la fe que salva es la que obra por amor y purifica el alma. El que levante manos santas hacia Dios, sin ira ni dudas, andará con inteligencia en la senda de los mandamientos de Dios.
Si queremos tener perdón por nuestros pecados, primero debemos comprender qué es el pecado, para arrepentirnos y llevar frutos dignos de arrepentimiento. Nuestra fe debe tener un fundamento sólido; debe fundarse en la Palabra de Dios, y sus resultados se verán en términos de obediencia a la voluntad revelada de Dios...
Estamos viviendo en un período interesante e importante de la historia terrena. Necesitamos más fe de la que hemos tenido; necesitamos un asidero celestial más firme. Satanás está trabajando con todo su poder para obtener la victoria sobre nosotros, porque sabe que tiene poco tiempo para obrar...
No hay excusa para el pecado o la indolencia. Jesús ha dirigido la marcha y quiere que sigamos en sus pasos. Ha sufrido y se ha sacrificado como no podría hacerlo ninguno de nosotros, para poner la salvación a nuestro alcance. No necesitamos desanimarnos... Él suple toda deficiencia con su propio mérito divino ( Signs of the Times , 16-6-1890
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