martes, 13 de agosto de 2013

Nuestra Elevada Vocación.

DIOS SE OCUPA DE TODA OPERACIÓN

La balanza engañosa es abominación a Jehová; mas el peso cabal es su deleite.
Proverbios 11:1.

La balanza falsa es un símbolo de todo trato desleal, de todo artificio para ocultar el egoísmo y la injusticia bajo una apariencia de equidad y honradez. Dios no favorecerá en el menor grado estas prácticas. El repudia toda conducta falsa. Aborrece todo egoísmo y codicia. No tolerará una negociación despiadada, sino que pagará con la misma medida. Dios puede dar prosperidad al obrero que adquiere sus bienes honradamente. Pero su maldición descansa sobre todo lo que se gana mediante prácticas egoístas. Cuando uno se entrega al egoísmo o a la conducta indebida demuestra que no teme al Señor o reverencia su nombre. Aquellos que están relacionados con Dios no sólo descartarán toda injusticia, sino que manifestarán su misericordia y bondad hacia todos aquellos con quienes tienen que ver. El Señor no aprobará la acepción de personas, pero tampoco aprobará la conducta de aquellos que no hacen diferencia en favor de los pobres, las viudas y los huérfanos.—Carta 20a, 1893.
Vuestra
 fe religiosa debe elevaros por encima de todo vil engaño. El trabajo, la fidelidad, una firme adhesión a la justicia, y la confianza en Dios asegurarán el éxito. Obrad cauta y honradamente, basándoos en los estrictos principios bíblicos, o no sigáis en vuestros negocios. No se hace un convenio, no se paga una deuda, que no concierna a Dios. El es el sapientísimo y eterno guarda de la justicia. No podéis excluirlo de ningún asunto que ataña a los derechos de su pueblo. La mano de Dios se proyecta como un escudo sobre todas sus criaturas. Ningún hombre puede herir vuestros derechos sin dañar esa mano. Vosotros no podéis herir los derechos de ningún hombre sin dañar esa mano. Esa mano sostiene la espada de la justicia. Cuidad la manera como tratáis con los hombres.

Vuestra luz que brilla en los negocios de vuestra vida, que manifiesta el poder de la piedad práctica, vale mucho más para aquellos con quienes os relacionáis que los sermones o los credos. El mundo os observará y os criticará con agudeza y severidad en medio de vuestros asuntos temporales. Lo que decís en la iglesia no tiene ni la mitad de importancia de lo que hacéis en vuestros negocios diarios.—Carta 5, 1879, pp. 4, 5.

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