El alcance de la fragancia del amor
Y a vosotros multiplique el Señor, y haga abundar el amor entre vosotros, y para con todos, como es también de nosotros para con vosotros. 1 Tesalonicenses 3:12.
Dios quiere que sus hijos comprendan que para glorificarlo deben dar su afecto a aquellos que más lo necesitan. ... No debe manifestarse egoísmo en la mirada, en las palabras, o en los hechos, cuando se trata con aquellos que pertenecen a la misma preciosa fe, ... aunque sean encumbrados o humildes, ricos o pobres. El amor que concede palabras bondadosas solamente a unos pocos, mientras a otros se los trata con frialdad e indiferencia, no es amor, sino egoísmo, y de ninguna manera obrará para el bien de las almas o para la gloria de Dios. Nuestro amor ... no debe reservarse para unos pocos y descuidar a otros. Romped la botella, y la fragancia llenará la casa.
Aquellos que acopian para sí los rayos de la justicia de Cristo y no los dejan refulgir en la vida de otros, pronto perderán los dulces y brillantes rayos de la gracia celestial, reservados egoístamente para ser derramados profusamente sobre unos pocos. Aquellos que poseen mucho afecto son responsables delante de Dios de compartir este afecto ... con todos aquellos que necesitan ayuda.
Amar como Cristo amó significa manifestar abnegación en todo tiempo y en todo lugar, mediante palabras bondadosas y miradas agradables. Esto no les cuesta nada a aquellos que lo hacen, pero dejan tras sí una fragancia que envuelve el alma. Su efecto nunca puede ser estimado. No sólo es una bendición para el que las recibe, sino también para el dador, porque reaccionan sobre él. El amor genuino es un atributo precioso de origen celestial, el cual aumenta en fragancia en proporción a lo que se comparte con otros.
Las almas de aquellos que aman a Jesús estarán rodeadas de una atmósfera pura y fragante. Hay quienes ocultan el hambre de su alma. Estos serán grandemente ayudados por una palabra tierna o un recuerdo bondadoso. Los dones celestiales, derramados abundante y ricamente por Dios, a su vez deben ser derramados por nosotros sobre todos los que se hallan en la esfera de nuestra influencia. Así revelamos un amor que es nacido del cielo, el cual aumentará a medida que lo usemos abundantemente para bendecir a otros. Así glorificamos a Dios.—Manuscrito 17, 1899, pp. 2, 3.
Y a vosotros multiplique el Señor, y haga abundar el amor entre vosotros, y para con todos, como es también de nosotros para con vosotros. 1 Tesalonicenses 3:12.
Dios quiere que sus hijos comprendan que para glorificarlo deben dar su afecto a aquellos que más lo necesitan. ... No debe manifestarse egoísmo en la mirada, en las palabras, o en los hechos, cuando se trata con aquellos que pertenecen a la misma preciosa fe, ... aunque sean encumbrados o humildes, ricos o pobres. El amor que concede palabras bondadosas solamente a unos pocos, mientras a otros se los trata con frialdad e indiferencia, no es amor, sino egoísmo, y de ninguna manera obrará para el bien de las almas o para la gloria de Dios. Nuestro amor ... no debe reservarse para unos pocos y descuidar a otros. Romped la botella, y la fragancia llenará la casa.
Aquellos que acopian para sí los rayos de la justicia de Cristo y no los dejan refulgir en la vida de otros, pronto perderán los dulces y brillantes rayos de la gracia celestial, reservados egoístamente para ser derramados profusamente sobre unos pocos. Aquellos que poseen mucho afecto son responsables delante de Dios de compartir este afecto ... con todos aquellos que necesitan ayuda.
Amar como Cristo amó significa manifestar abnegación en todo tiempo y en todo lugar, mediante palabras bondadosas y miradas agradables. Esto no les cuesta nada a aquellos que lo hacen, pero dejan tras sí una fragancia que envuelve el alma. Su efecto nunca puede ser estimado. No sólo es una bendición para el que las recibe, sino también para el dador, porque reaccionan sobre él. El amor genuino es un atributo precioso de origen celestial, el cual aumenta en fragancia en proporción a lo que se comparte con otros.
Las almas de aquellos que aman a Jesús estarán rodeadas de una atmósfera pura y fragante. Hay quienes ocultan el hambre de su alma. Estos serán grandemente ayudados por una palabra tierna o un recuerdo bondadoso. Los dones celestiales, derramados abundante y ricamente por Dios, a su vez deben ser derramados por nosotros sobre todos los que se hallan en la esfera de nuestra influencia. Así revelamos un amor que es nacido del cielo, el cual aumentará a medida que lo usemos abundantemente para bendecir a otros. Así glorificamos a Dios.—Manuscrito 17, 1899, pp. 2, 3.
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