martes, 12 de noviembre de 2013

Nuestra Elevada Vocación.

Mirando lo invisible


Si nuestras mentes se fijan en las cosas que son eternas, y no en las cosas terrenales, nos asiremos de la mano del poder infinito, ¿y qué puede entristecernos? ...

No necesitamos caer presa del poder de Satanás. ... Los hijos de Dios no deberían permitir que Satanás se colocase entre ellos y su Dios. Si permitís que él lo haga, os dirá que vuestras dificultades son las más penosas, las dificultades más gravosas que ser mortal alguno haya jamás soportado. El colocará su vidrio de aumento delante de vuestros ojos, y os presentará todo en forma exagerada para venceros por el desánimo. ... Tomad la Palabra de Dios como vuestra consejera, y humillad vuestra alma dudosa delante de Dios, y con el corazón contrito decid: “Aquí depongo mi carga. No puedo llevarla. Es demasiado pesada para mí. La pongo a los pies de mi compasivo Redentor”. ...

Cuando Satanás os tienta, no alentéis una palabra de duda o de tinieblas. Podéis elegir quién gobernará vuestro corazón y controlará vuestra mente. Si elegís abrir la puerta a las sugestiones del maligno, vuestra mente estará llena de desconfianza y de dudas rebeldes. Podéis hablar de vuestros sentimientos, pero cada duda que pronunciéis será una semilla que germinará y llevará fruto en la vida de otra persona, y será imposible contrarrestar la influencia de vuestras palabras. Podéis ser capaces de recuperaros de un período de tentación, y de las trampas de Satanás, pero otros que han sido impulsados por vuestra influencia puede ser que no sean capaces de escapar de la incredulidad que habéis sugerido. ¡Cuán importante es que hablemos a aquellos que nos rodean únicamente de las cosas que proporcionarán fortaleza y esclarecimiento espiritual! Procuremos elevar las almas a Jesús, al cual amamos sin haberlo visto, y estemos llenos de gozo indecible y de plenitud de gloria.—The Review and Herald, 11 de febrero de 1890.

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