miércoles, 13 de noviembre de 2013

Nuestra Elevada Vocación.

Ningún poder puede separarnos de Cristo

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Romanos 8:35.

¡Cuán preciosa es la seguridad de unión con Jesús en el tiempo de necesidad! ... Podemos decir: “¿Quién nos apartará del amor de Cristo?” ¿Lo hará la tribulación? No, porque esto nos hace sentir que solamente Cristo es nuestro refugio, y acudimos a él en busca de refugio. “¿O angustia?” No, porque él es nuestro consuelo. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de misericordias, y el Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones”. ... 2 Corintios 1:3, 4.

“¿O persecución?” No, “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia: porque de ellos es el reino de los cielos”. Mateo 5:10. ... “¿O hambre?” No, porque tenemos la promesa de Dios, ... “En el hambre te redimirá de la muerte”. Job 5:20. “Y en los días de hambre serán hartos”. Salmos 37:19. Al acudir a Jesús seremos plenamente satisfechos. “¿O desnudez?” Oid la voz de Jesús que dice: “Yo te amonesto que de mí compres oro afinado en fuego, para que seas hecho rico, y seas vestido de vestiduras blancas, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez”. Apocalipsis 3:18. ... “El que venciere, será vestido de vestiduras blancas”. Apocalipsis 3:5. ...  

“¿O peligro?” No, Pablo conocía por experiencia lo que era estar en peligro. ... “Peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en la mar, peligros entre falsos hermanos”. 2 Corintios 11:26. “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi potencia en la flaqueza se perfecciona”. 2 Corintios 12:9. “¿O espada?” ... La espada no puede matar el alma, porque la vida está oculta con Cristo en Dios.

Bien podemos preguntar con Pablo: “¿Quién nos apartará del amor de Cristo?” Y contesta: “Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 8:38, 39).—Carta 25, 1892.

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