jueves, 13 de marzo de 2014

SER SEMEJANTE A JESÚS.

Un tiempo para el trabajo vigilante

Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.
Romanos 13:11.

Hay otra clase de personas que sufre pérdida porque es indolente, y gasta sus energías complaciéndose a sí misma al usar su lengua y permitir que sus músculos se herrumbren con la inacción. Desaprovechan sus oportunidades por causa de la inacción, y no glorifican a Dios. Podrían hacer mucho si pusieran su tiempo y su fuerza física en uso, adquiriendo medios con los cuales colocar a sus hijos en posiciones favorables para adquirir conocimiento; pero prefieren dejarlos crecer en la ignorancia antes que ejercitar sus propias habilidades, dadas por Dios, para hacer algo por medio de lo cual sus hijos pudieran ser bendecidos con una buena educación. Tales hombres y mujeres están siendo pesados en las balanzas del Santuario celestial y son hallados faltos.
Hay algo para que cada uno haga en este mundo nuestro. El Señor viene, y nuestra espera no debe ser un tiempo de ociosa expectativa, sino de trabajo vigilante. No debemos usar nuestro tiempo completamente en meditación piadosa, ni tampoco debemos movernos y apresurarnos como si fuera requerido esto con el fin de que ganemos el cielo, mientras descuidamos dedicar tiempo al cultivo de la piedad personal. Debe haber una combinación de meditación y de trabajo diligente; como Dios lo expresó en su Palabra, debemos ser, “en lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”. Romanos 12:11. Las actividades seculares no deben dejar fuera el servicio del Señor. El alma necesita las riquezas de la gracia de Dios, y el cuerpo necesita ejercicio físico, para cumplir la obra que debe ser hecha para la proclamación del evangelio de Cristo.

Los que cultivan un espíritu de ociosidad pecan contra Dios cada día; porque no usan el poder que Dios les ha dado con el cual ser una bendición para sí mismos y una bendición para sus familias. Los padres deberían enseñar a sus hijos que el Señor quiere que sean trabajadores diligentes, no trabajadores ociosos en su viña. Deben hacer un uso diligente del tiempo, si van a ser agentes útiles en el trabajo, desempeñando su parte en la viña del Señor. Deben ser fieles mayordomos, mejorando cada don de energía que les fue confiado y que les ha sido otorgado.—The Home Missionary Magazine, octubre de 1894.

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