La crisis final*Testimonios para la Iglesia 9:11-17 (1909).
Estamos
viviendo en el tiempo del fin. El presto cumplimiento de las señales de
los tiempos proclama la inminencia de la venida de nuestro Señor. La
época en que vivimos es importante y solemne. El Espíritu de Dios se
está retirando gradual pero ciertamente de la tierra. Ya están cayendo
juicios y plagas sobre los que menosprecian la gracia de Dios. Las
calamidades en tierra y mar, la inestabilidad social, las amenazas de
guerra, como portentosos presagios, anuncian la proximidad de
acontecimientos de la mayor gravedad.
Las
agencias del mal se coligan y acrecen sus fuerzas para la gran crisis
final. Grandes cambios están a punto de producirse en el mundo, y los
movimientos finales serán rápidos.
El
estado actual de las cosas muestra que tiempos de perturbación están
por caer sobre nosotros. Los diarios están llenos de alusiones
referentes a algún formidable conflicto que debe estallar dentro de
poco. Son siempre más frecuentes los audaces atentados contra la
propiedad. Las huelgas se han vuelto asunto común. Los robos y los
homicidios se multiplican. Hombres dominados por espíritus de demonios
quitan la vida a hombres, mujeres y niños. El vicio seduce a los seres
humanos y prevalece el mal en todas sus formas.
El
enemigo ha alcanzado a pervertir la justicia y a llenar los corazones
de un deseo de ganancias egoístas. “La justicia se puso lejos: porque la
verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir.” Isaías 59:14.
Las grandes ciudades contienen multitudes indigentes, privadas casi por
completo de alimentos, ropas y albergue, entretanto que en las mismas
ciudades se encuentran personas que tienen más de lo que el corazón
puede desear, que viven en el lujo, gastando su dinero
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