Dios está guiando a un pueblo. Ha elegido un pueblo, una iglesia en el mundo, a quien ha hecho depositario de su ley. Les ha confiado un legado sagrado y una verdad eterna que deben presentarse al mundo. El los reprenderá y los corregirá. El mensaje a los laodicenses se aplica a los adventistas que han tenido gran luz y no han andado en ella. Los que han hecho gran profesión de fe, pero que no se han mantenido al mismo paso de su Guía, son los que serán vomitados de su boca, a menos que se arrepientan. El mensaje que afirma que la Iglesia Adventista del Séptimo Día es Babilonia, y que llama a la gente a salir de ella, no procede de ningún mensajero celestial, ni de ningún instrumento humano inspirado por el Espíritu de Dios.
El Testigo Fiel dice: “Yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Apocalipsis 3:18-21.
“Yo reprendo y castigo”
Jesús desea entrar para proporcionar las bendiciones más ricas a cada uno de los miembros de la iglesia, si ellos quieren abrirle la puerta. No los llama ni una sola vez Babilonia, ni les pide que salgan de ella. Pero dice: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo” (con mensajes de reproche y amonestación). Apocalipsis 3:19. No ignoro estos reproches. He presentado amonestaciones porque el Espíritu del Señor me ha constreñido a hacerlo así, y he pronunciado reproches porque el Señor me ha dado palabras de reproche. No he rehusado presentar todo el consejo de Dios que me ha sido dado para la iglesia.
Quiero decir en el temor y el amor de Dios, que sé que el Señor tiene pensamientos de amor y de misericordia para restaurar y curar a aquellos que se han apartado. El tiene una obra que debe ser hecha por su iglesia. No debe decirse que sus miembros son Babilonia, sino que son la sal de la tierra y la luz del mundo. Deben ser mensajeros vivientes que han de proclamar un mensaje vital en estos últimos días.
MENSAJES SELECTOS TOMO 2, PÁGINA 76
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