lunes, 28 de septiembre de 2020

Capítulo 1—La última crisis de la tierra

 El momento actual es de interés abrumador para todos los que viven. Los gobernantes y los estadistas, los hombres que ocupan puestos de confianza y autoridad, los hombres y mujeres pensadores de todas las clases, tienen la atención fija en los acontecimientos que se producen en derredor nuestro. Observan las relaciones que existen entre las naciones. Observan la intensidad que se apodera de todo elemento terrenal, y reconocen que algo grande y decisivo está por acontecer, que el mundo se encuentra en víspera de una crisis espectacular.—La Historia de Profetas y Reyes, 394 (1914). Las calamidades en tierra y mar, la inestabilidad social, las amenazas de guerra, como portentosos presagios, anuncian la proximidad de acontecimientos de la mayor gravedad. Las agencias del mal se coligan y acrecen sus fuerzas para la gran crisis final. Grandes cambios están a punto de producirse en el mundo, y los movimientos finales serán rápidos.—Joyas de los Testimonios 3:280 (1909).

 

Pronto vendrán tiempos angustiosos

El tiempo de angustia, que irá en aumento hasta el fin, está a las puertas. No tenemos tiempo que perder. El mundo está agitado con el espíritu de guerra. Las profecías del capítulo once de Daniel casi han alcanzado su cumplimiento final.—The Review and Herald, 24 de noviembre de 1904.

El tiempo de angustia—angustia como no ha habido desde que hubo nación (Daniel 12:1)—es inminente, y nos encontramos como las vírgenes dormidas. Debemos despertar y pedirle al Señor Jesús que nos sostenga con su brazos eternos y nos lleve a través del tiempo de prueba que está ante nosotros.—Manuscript Releases 3:305 (1906). El mundo se está volviendo más y más anárquico. Pronto una gran angustia sobrecogerá a las naciones, una angustia que no cesará hasta que Jesús venga.—The Review and Herald, 11 de febrero de 1904. Estamos en vísperas del tiempo de angustia y nos esperan dificultades apenas sospechadas.—Joyas de los Testimonios 3:306 (1909). Nos hallamos en el mismo umbral de la crisis de los siglos. En rápida sucesión se seguirán unos a otros los castigos de Dios: incendios e inundaciones, terremotos, guerras y derramamiento de sangre.—La Historia de Profetas y Reyes, 208 (1914). Tiempos tormentosos están delante de nosotros, pero no profiramos una palabra de descreimiento o desánimo.—Servicio Cristiano Eficaz, 169 (1905).

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