Ahora no nos parece posible que alguno de nosotros tendrá que comparecer solo [ante las autoridades], pero si alguna vez Dios ha hablado por mi intermedio, llegará el tiempo cuando seremos llevados ante concilios y ante miles de personas por causa de su nombre, y cada uno tendrá que dar razón de su fe. Luego vendrá la crítica más severa sobre cada posición que se ha tomado en favor de la verdad.
Necesitamos, entonces, estudiar la Palabra de Dios, para que podamos conocer por qué creemos las doctrinas que defendemos.—The Review and Herald, 18 de diciembre de 1888. Muchos tendrán que comparecer ante cortes legislativas; algunos tendrán que comparecer ante reyes y ante los sabios de la tierra para responder por su fe. Aquellos que tienen solo una comprensión superficial de la verdad, no serán capaces de exponer claramente las Escrituras y dar razones definidas de su fe. Se confundirán y no serán obreros que no tengan de qué avergonzarse. Que nadie se imagine que no tiene necesidad de estudiar porque no debe predicar en el púlpito sagrado. No sabéis qué puede Dios requerir de vosotros.—Fundamentals of Christian Education, 217 (1893).
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