lunes, 31 de enero de 2022

¡Rumbo al hogar!


Los justos vivos son mudados “en un momento, en un abrir de ojo”. A la voz de Dios fueron glorificados; ahora son hechos inmortales, y juntamente con los santos resucitados son arrebatados para recibir a Cristo su Señor en los aires. Los ángeles “juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro”. Santos ángeles llevan niñitos a los brazos de sus madres. Amigos, a quienes la muerte tenía separados desde largo tiempo, se reúnen para no separarse más, y con cantos de alegría suben juntos a la ciudad de Dios.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 703 (1911).

Juntos entramos en la nube y durante siete días fuimos ascendiendo al mar de vidrio.—Primeros Escritos, 16 (1851). Cuando el carro ascendía, las ruedas exclamaba “¡Santo!” y las alas, al batir, gritaban: “¡Santo!” y la comitiva de santos ángeles que rodeaba la nube exclamaba: ¡Santo, santo, santo, Señor Dios Todopoderoso!” Y lo santos en la nube cantaban: “¡Gloria! ¡Aleluya!”—Primeros Escritos, 35 (1851). ¡Oh, cuán glorioso será verle y recibir la bienvenida como sus redimidos! Largo tiempo hemos aguardado; pero nuestra esperanza no debe debilitarse. Si tan solo podemos ver al Rey en su hermosura, seremos bienaventurados para siempre. Me siento inducida a clamar con gran voz: “¡Vamos rumbo a la patria!”—Joyas de los Testimonios 3:257 (1904).

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