miércoles, 26 de enero de 2022

“¡despertaos, los que dormís, y levantaos!”


Las nubes comienzan a plegarse como un rollo y allí está la señal brillante y clara del Hijo del hombre. Los hijos de Dios saben lo que esa nube significa. Se oye el sonido de música, y cuando se acerca, se abren las tumbas y los muertos son levantados.—Manuscript Releases 9:251-252 (1886).

“No os maravilléis de esto: porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”. Juan 5:28-29. Esta voz pronto resonará entre todos los muertos, y cada santo que duerme en Jesús se levantará y abandonará su prisión.—Manuscrito 137, 1897. Los preciosos muertos, desde Adán hasta el último santo que fallezca, oirán la voz del Hijo de Dios, y saldrán del sepulcro para tener vida inmortal.—El Deseado de Todas las Gentes, 558 (1898). Entre las oscilaciones de la tierra, las llamaradas de los relámpagos y el fragor de los truenos, el Hijo de Dios llama a la vida a los santos dormidos. Dirige una mirada a las tumbas de los justos, y levantando luego las manos al cielo, exclama: “¡Despertaos, despertaos, despertaos, los que dormís en el polvo, y levantaos!” Por toda la superficie de la tierra, los muertos oirán esa voz; y los que la oigan vivirán. Y toda la tierra repercutirá bajo las pisadas de la multitud extraordinaria de todas la naciones, tribus, lenguas y pueblos. De la prisión de la muerte sale revestida de gloria inmortal gritando: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” 1 Corintios 15:55. Y los justos vivos unen sus voces a las de los santos resucitados en prolongada y alegre aclamación de victoria.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 702 (1911).

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