martes, 19 de abril de 2022

Capítulo 15—La verdad progresa en Inglaterra


Al mismo tiempo que Lutero daba la Biblia al pueblo de Alemania, Tyndale era impulsado por el Espíritu de Dios a hacer otro tanto para Inglaterra. La Biblia de Wiclef había sido traducida del texto latino, que contenía muchos errores. No había sido impresa, y el costo de las copias manuscritas era tan crecido que, fuera de los ricos y de los nobles, pocos eran los que podían proporcionárselas, y como, además, la iglesia las proscribía terminantemente, solo alcanzaban una circulación muy escasa. En el año 1516, o sea un año antes de que aparecieran las tesis de Lutero, había publicado Erasmo su versión greco - latina del Nuevo Testamento. Era esta la primera vez que la Palabra de Dios se imprimía en el idioma original. En esta obra fueron corregidos muchos de los errores de que adolecían las versiones más antiguas, y el sentido de la Escritura era expresado con más claridad. Comunicó a muchos representantes de las clases educadas un conocimiento mejor de la verdad, y dio poderoso impulso a la obra de la Reforma. Pero en su gran mayoría el vulgo permanecía apartado de la Palabra de Dios. Tyndale iba a completar la obra de Wiclef al dar a sus compatriotas la Biblia en su propio idioma.

Muy dedicado al estudio y sincero investigador de la verdad, había recibido el evangelio por medio del Testamento griego de Erasmo. Exponía sus convicciones sin temor alguno e insistía en que todas las doctrinas tienen que ser probadas por las Santas Escrituras. Al aserto papista de que la iglesia había dado la Biblia y de que solo la iglesia podía explicarla, contestaba Tyndale: “¿Sabéis quién enseñó a las águilas a buscarse su presa? Ese mismo Dios es el que enseña a sus hijos hambrientos a encontrar a su Padre en su Palabra. Lejos de habernos dado vosotros las Santas Escrituras, las habéis escondido de nuestra vista, y sois vosotros los que quemáis a los que las escudriñan; y, si pudierais, quemaríais también las mismas Escrituras” (D’Aubigné, Histoire de la Réformation du seizième siècle, lib. 18, cap. 4). La predicación de Tyndale despertó mucho interés y numerosas personas aceptaron la verdad. Pero los sacerdotes andaban alerta y no bien se hubo alejado del campo de sus trabajos cuando ellos, valiéndose de amenazas y de engaños, se esforzaron en destruir su obra, y con éxito muchas veces. “¡Ay!—decía él—, ¿qué hacer? Mientras que yo siembro en un punto, el enemigo destruye lo que dejé sembrado en otro. No me es posible estar a la vez en todas partes. ¡Oh! si los cristianos poseyesen la Biblia en su propio idioma serían capaces de resistir a estos sofistas. Sin las Santas Escrituras, es imposible confirmar a los legos en la verdad” (ibíd.).

LEER: https://m.egwwritings.org/es/book/1710.1187#1187

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