sábado, 23 de abril de 2022

Capítulo 18—Heraldos de una nueva era


Una de las verdades más solemnes y más gloriosas que revela la Biblia, es la de la segunda venida de Cristo para completar la gran obra de la redención. Al pueblo peregrino de Dios, que por tanto tiempo hubo de morar “en región y sombra de muerte”, le es dada una valiosa esperanza inspiradora de alegría con la promesa de la venida de Aquel que es “la resurrección y la vida” para hacer “volver a su propio desterrado”. La doctrina del segundo advenimiento es verdaderamente la nota tónica de las Sagradas Escrituras. Desde el día en que la primera pareja se alejara apesadumbrada del Edén, los hijos de la fe han esperado la venida del Prometido que había de aniquilar el poder destructor de Satanás y volverlos a llevar al paraíso perdido. Hubo santos desde los antiguos tiempos que miraban hacia el tiempo del advenimiento glorioso del Mesías como hacia la consumación de sus esperanzas. Enoc, que se contó entre la séptima generación descendiente de los que moraran en el Edén y que por tres siglos anduvo con Dios en la tierra, pudo contemplar desde lejos la venida del Libertador. “He aquí que viene el Señor, con las huestes innumerables de sus santos ángeles, para ejecutar juicio sobre todos”. Judas 14, 15 (VM). El patriarca Job, en la lobreguez de su aflicción, exclamaba con confianza inquebrantable: “Pues yo sé que mi Redentor vive, y que en lo venidero ha de levantarse sobre la tierra; [...] aun desde mi carne he de ver a Dios; a quien yo tengo de ver por mí mismo, y mis ojos le mirarán; y ya no como a un extraño”. Job 19:25-27 (VM).

La venida de Cristo que ha de inaugurar el reino de la justicia, ha inspirado los más sublimes y conmovedores acentos de los escritores sagrados. Los poetas y profetas de la Biblia hablaron de ella con ardientes palabras de fuego celestial. El salmista cantó el poder y la majestad del Rey de Israel: “¡Desde Sión, perfección de la hermosura, ha resplandecido Dios! Vendrá nuestro Dios, y no guardará silencio [...]. Convocará a los altos cielos, y a la tierra, para juzgar a su pueblo”. “Alégrense los cielos, y gócese la tierra [...] delante de Jehová; porque viene, sí, porque viene a juzgar la tierra. ¡Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad!” Salmos 50:2-4; 96:11-13 (VM).

LERR: https://m.egwwritings.org/es/book/1710.1432#1432

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