viernes, 1 de septiembre de 2023

Los pensamientos vanos


Todos vuestros actos, por secretos que penséis que hayan sido, están abiertos para vuestro Padre celestial. Nada le es oculto ni encubierto. Conoce todos vuestros actos y los motivos que los impulsan. El tiene pleno conocimiento de todas vuestras palabras y pensamientos. Es vuestro deber dominar vuestros pensamientos. Tendréis que guerrear contra una imaginación vana. Podéis pensar que no es pecado permitir que vuestros pensamientos divaguen sin restricción. Pero no es así. Sois responsables ante Dios por acariciar pensamientos vanos; porque de las vanas imaginaciones nace la comisión de pecados, la ejecución de aquellas cosas en las cuales la mente se espació. Gobernad vuestros pensamientos, y entonces os será mucho más fácil gobernar vuestras acciones. Vuestros pensamientos necesitan ser santificados. Pablo escribe a los corintios: “Destruyendo consejos, y toda altura que se levanta contra la ciencia de Dios, y cautivando todo intento a la obediencia de Cristo.” 2 Corintios 10:5. Cuando asumáis tal actitud, comprenderéis mejor la obra de consagración. Vuestros pensamientos serán puros, castos y elevados; vuestras acciones puras y sin pecado. Vuestros cuerpos serán conservados en santificación y honor, para que los podáis presentar “en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto.” Romanos 12:1. Se requiere de vosotros que seáis abnegados tanto en las cosas pequeñas como en las grandes. Debéis entregaros completamente a Dios; en vuestro estado actual no sois aprobados por él. ... A fin de responder a los grandes fines de la vida, debéis evitar el ejemplo de aquellos que están buscando su propio placer y deleite, y que no tienen temor de Dios. Dios ha hecho amplias provisiones para vosotros. El ha dispuesto que si cumplís con las condiciones trazadas en su Palabra, y os separáis del mundo, recibiréis fuerza de él para reprimir toda influencia degradante y desarrollar lo noble, bueno y elevador. Cristo será en vosotros “una fuente de agua que salte para vida eterna.” Juan 4:14. La voluntad, el intelecto y toda emoción, cuando los controla la religión, tienen un poder transformador.

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