jueves, 14 de septiembre de 2023

Peligro de los aplausos


Se me ha mostrado que debe ejercerse gran cautela, aun cuando se necesite aliviar la pesada carga que oprime a hombres y mujeres, no sea que éstos confíen en su propia sabiduría y dejen de fiar únicamente en Dios. Es peligroso adular a las personas o ensalzar la capacidad de un ministro de Cristo. En el día de Dios, muchos serán pesados en la balanza y hallados faltos por causa del ensalzamiento. Quisiera amonestar a mis hermanos y hermanas a que nunca adulen a las personas por causa de su capacidad; porque esto las perjudica. El yo se ensalza fácilmente, y como consecuencia, las personas pierden el equilibrio. Repito a mis hermanos y hermanas: Si queréis que vuestras almas estén limpias de la sangre de todos los hombres, nunca aduléis ni alabéis los esfuerzos de pobres mortales; porque ello puede causar su ruina. Es peligroso ensalzar por palabras y acciones a los hermanos o hermanas, por humildes que parezcan ser en su conducta. Si ellos poseen realmente el espíritu manso y humilde que Dios estima tan altamente, ayudadles a retenerlo. Esto no se hará censurándolos, ni dejando de apreciar debidamente su verdadero valor. Pero son pocos los que pueden soportar sin perjuicio la alabanza. Algunos ministros capaces que están ahora predicando la verdad presente, aman la aprobación. El aplauso los estimula como el vaso de vino al bebedor. Colocad a estos ministros frente a una congregación pequeña que no prometa excitación especial ni provoque oposición definida, y perderán su interés y celo y parecerán tan lánguidos en la obra como el bebedor cuando se ve privado de su dosis de bebida. Estos hombres no llegarán a ser obreros verdaderos y prácticos hasta que hayan aprendido a trabajar sin la excitación del aplauso.

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