lunes, 4 de noviembre de 2024

Hay sólo dos clases


“Después de estas cosas miré, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar, de todas gentes y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos; y clamaban en alta voz, diciendo: Salvación a nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al Cordero.... Estos son los que han venido de grande tribulación y han lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo: y el que está sentado en el trono tenderá su pabellón sobre ellos. No tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni otro ningún calor. Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes vivas de aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos.” Apocalipsis 7:9-17.

En esos pasajes se nos presentan dos categorías de personas. Unas se han dejado seducir y han tomado posición con los enemigos del Señor. Interpretaron erróneamente los mensajes que les fueran dirigidos y se revistieron de su propia justicia. A sus ojos, el pecado no era pecaminoso. Enseñaron mentiras en vez de la verdad y extraviaron a muchas almas. Ahora debemos vigilarnos a nosotros mismos. Se nos han dirigido advertencias. ¿No podemos ver el cumplimiento de las predicciones de Cristo contenidas en el capítulo 21 de Lucas? ¿Cuántos son los que estudian las palabras del Señor? ¿Cuántos hay que se engañan a sí mismos y se privan de las bendiciones reservadas a los que creen y obedecen? El tiempo de gracia se prolonga todavía, y se nos ofrece la posibilidad de apropiarnos de la esperanza que el Evangelio nos presenta. Arrepintámonos, convirtámonos y abandonemos nuestros pecados, para que sean borrados. “El cielo y la tierra pasarán; mas mis palabras no pasarán. Y mirad por vosotros; que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad pues, orando en todo tiempo, que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que han de venir y de estar en pie delante del Hijo del hombre.” Lucas 21:33-36. ¿No prestaremos atención a las advertencias de Cristo? ¿No nos arrepentiremos sinceramente mientras que la dulce voz de la misericordia se deja oír todavía? “Velad pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Esto empero sabed, que si el Padre de la familia supiese a cuál vela el ladrón había de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad apercibidos; porque el Hijo del hombre ha de venir a la hora que no pensáis. ¿Quién pues es el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su familia para que les dé alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando su señor viniere, le hallare haciendo así. De cierto os digo, que sobre todos sus bienes le pondrá. Y si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor se tarda en venir: y comenzare a herir a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos; vendrá el señor de aquel siervo en el día que no espera, y a la hora que no sabe, y le cortará por medio, y pondrá su parte con los hipócritas: allí será el lloro y el crujir de dientes.” Mateo 24:42-51.

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