viernes, 8 de noviembre de 2024

La prueba de la fe - Patriarcas y profetas


 ABRAHÁN había aceptado sin hacer pregunta alguna la promesa de un hijo, pero no esperó a que Dios cumpliese su palabra en su oportunidad y a su manera. Fue permitida una tardanza, para probar su fe en el poder de Dios, pero fracasó en la prueba. Pensando que era imposible que se le diera un hijo en su vejez, Sara sugirió como plan mediante el cual se cumpliría el propósito divino, que una de sus siervas fuese tomada por Abrahán como esposa secundaria. La poligamia se había difundido tanto que había dejado de considerarse pecado; violaba, sin embargo, la ley de Dios y destruía la santidad y la paz de las relaciones familiares. El casamiento de Abrahán con Agar fue un mal, no sólo para su propia casa, sino también para las generaciones futuras. Halagada por el honor de su nueva posición como esposa de Abrahán, y con la esperanza de ser la madre de la gran nación que descendería de él, Agar se llenó de orgullo y jactancia, y trató a su ama con menosprecio. Los celos mutuos perturbaron la paz del hogar que una vez había sido feliz. Viéndose forzado a escuchar las quejas de ambas, Abrahán trató en vano de restaurar la armonía. Aunque él se había casado con Agar a instancias de Sara, ahora ella le hacia cargos como si fuera el culpable. Sara deseaba desterrar a su rival; pero Abrahán se negó a permitirlo; pues Agar iba a ser madre de su hijo, que él esperaba tiernamente sería el hijo de la promesa. Sin embargo, era la sierva de Sara, y él la dejó todavía bajo el mando de su ama. El espíritu arrogante de Agar no quiso soportar la aspereza que su insolencia había provocado. "Y como Sarai la afligiese, huyóse de su presencia." (Véase Génesis 16.)

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