Al unísono con Dios
Díceles Jesús: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. Juan 4:34.
Cristo declaró: “He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”. Juan 6:38. Su voluntad se puso en ejercicio activo para salvar las almas de los hombres. Su voluntad humana fué orientada por la divina. Sus siervos de hoy harán bien en preguntarse: “¿Qué clase de voluntad estoy cultivando individualmente? ¿Estoy complaciendo mis propios deseos y obstinación?” Si estamos haciendo esto corremos un grave peligro, porque Satanás siempre gobernará la voluntad que no está bajo el control del Espíritu de Dios. Cuando coloquemos nuestra voluntad al unísono con la voluntad de Dios, se verá en nuestras vidas la santa obediencia manifestada en la vida de Cristo. ...
Pablo declara: “Con Cristo estoy juntamente crucificado”. Gálatas 2:20. Ninguna cosa es tan difícil como la crucifixión de la voluntad. Cristo fué tentado en todo, como nosotros lo somos; pero su voluntad siempre se mantuvo del lado de la voluntad de Dios. En su humanidad tuvo la misma libre voluntad que Adán poseyó en el Edén. Pudo haber cedido a la tentación como cedió Adán. Y Adán, al haber creído a Dios, y al haber cumplido su palabra, pudo haber resistido la tentación como Cristo la resistió. Si Cristo lo hubiera querido así, hubiera podido ordenar a las piedras que se convirtieran en pan. Pudo haberse arrojado de las almenas del templo. Pudo haber cedido a la tentación de Satanás, que lo invitaba a echarse a sus pies y adorarlo a él, el usurpador del mundo. Pero en todo momento hizo frente a la tentación con un “Escrito está”. Su voluntad estuvo en perfecta obediencia con la voluntad de Dios, y la voluntad de Dios se reveló a través de toda su vida. Fué una parte de su ser.
La obediencia de Cristo a los mandamientos de su Padre, debe ser la medida de nuestra obediencia. Los que siguen a Cristo, si quieren ser perfectos en él, deben mantener su voluntad sometida a la voluntad de Dios. Se ha hecho abundante provisión para que aquellos que buscan a Dios de todo corazón puedan encontrar en él una ayuda constante en todo tiempo de dificultad. La ayuda ha sido pedida a Uno que es poderoso. Cristo ha prometido: Yo seré tu ayudador.—Manuscrito 48, 1899.