martes, 9 de abril de 2013

Nuestra Elevada Vocación.Elena G. de White



La verdadera fuerza de voluntad


Porque si primero hay la voluntad pronta, será acepta por lo que tiene, no por lo que no tiene.
2 Corintios 8:12.


La religión pura tiene que ver con la voluntad. La voluntad es el poder director de la naturaleza del hombre, que controla todas las demás facultades. La voluntad no es el gusto o la inclinación, sino el poder decidido que obra en los hijos de los hombres, induciéndolos a obedecer a Dios o a desobedecerle. ...

Deseáis que vuestra vida sea apta para el cielo. A menudo os desanimáis porque os encontráis débiles en poder moral, esclavos de la duda, y controlados por los hábitos y las costumbres de vuestra antigua vida de pecado. ... Vuestras promesas son como cuerdas de arena. ...


Estaréis en peligro constante hasta que comprendáis la verdadera fuerza de voluntad. Podéis creer y prometer todas las cosas, pero vuestras promesas, o vuestra fe carecen de valor hasta que pongáis vuestra voluntad del lado de la fe y la acción. Si peleáis la batalla de la fe con todo vuestro poder, entonces saldréis vencedores. Vuestros sentimientos, vuestras impresiones, vuestras emociones, no deben ganar vuestra confianza, porque no son confiables. ...


Pero no necesitáis desesperar. ... En vosotros está someter vuestra voluntad a la voluntad de Jesucristo; y cuando hagáis esto, Dios de inmediato se posesionará de vosotros y obrará para realizar su buena voluntad. Entonces toda vuestra naturaleza será puesta bajo el control del Espíritu de Cristo, y hasta vuestros pensamientos serán sometidos a él. Vosotros no podéis controlar vuestros impulsos y emociones como lo quisierais, pero podéis controlar la voluntad y realizar un cambio completo en vuestra vida. Sometiendo vuestra voluntad a Cristo, vuestra vida se ocultará con Cristo en Dios, y se aliará al poder que está por encima de todos los principados y las potestades. Tenéis fuerza de Dios que os afirmará con su fortaleza; y una nueva luz, la luz de una fe viva, será accesible para vosotros. Pero vuestra voluntad debe cooperar con la voluntad de Dios. ...


¿No diréis: “Entregaré mi voluntad a Dios, y lo haré ahora mismo”, y a partir de este momento os pondréis plenamente del lado de Cristo?—Testimonies for the Church 5:513, 514.

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