Desarraigad las plantas
venenosas
Y sobre todo, tened entre vosotros ferviente caridad; porque la caridad cubrirá multitud de pecados. 1 Pedro 4:8.
¡Cuán tierno debiera ser el vínculo que nos une! ¡Cuán cuidadosos debiéramos ser para tener nuestras palabras y acciones en armonía con las verdades sagradas que Dios nos ha confiado! ...
Que vuestra conversación sea tal que no tengáis necesidad de arrepentiros de ella. ... Si se pronuncia una palabra ofensiva para el carácter de un amigo o hermano, no estimuléis esa mala conversación, porque es la obra del enemigo. Recordad al que habla que la Palabra de Dios prohibe esa clase de conversación. ... El Redentor nos ha dicho que revelemos nuestro ejemplo al mundo. Si apreciamos su Espíritu, si manifestamos su amor hacia los demás, si guardamos los intereses de los demás, si somos bondadosos, pacientes, perdonadores, el fruto que llevemos dará evidencia al mundo de que somos hijos de Dios. ... Edificarnos unos a otros en la más santa fe es una obra bendita; destruir es una obra llena de amargura y de tristeza. ...
Cada corazón tiene sus propias tristezas y fracasos, y debiéramos procurar aliviar las cargas de los demás manifestando el amor de Jesús hacia aquellos que nos rodean. Si nuestra conversación tuviera como tema el cielo y las cosas celestiales, la maledicencia pronto cesaría de tener atracción sobre nosotros. Entonces ya no estaríamos colocando nuestros pies sobre un terreno peligroso; tampoco caeríamos en la tentación, siendo derrotados por el poder del mal.
En lugar de encontrar faltas en los demás, critiquémonos a nosotros mismos. Cada uno debiera preguntarse: ¿Está mi corazón en rectitud delante de Dios? ¿Estoy glorificando a mi Padre celestial? Si habéis abrigado un espíritu incorrecto, desterradlo del alma. Erradicad de vuestro corazón todo lo que sea de naturaleza contaminadora. Desarraigad toda raíz de amargura para que otros no sean contaminados por esa influencia dañosa. No permitáis que una planta venenosa permanezca en el terreno de vuestro corazón. Desarraigadla ahora mismo, y cultivad en su lugar la planta del amor. Que Jesús sea entronizado en el templo del alma. ... “Si nos amamos unos a otros, Dios está en nosotros, y su amor es perfecto en nosotros”. 1 Juan 4:12.—The Review and Herald, 25 de febrero de 1904.