LA ÚNICA VERDADERA NORMA DEL
CARÁCTER"¿Y
por qué miras la
paja que está en
el ojo de
tu hermano?" Mat. 7: 3.
La frase "Tú que juzgas haces lo mismo" no alcanza a describir la
magnitud del pecado del que se atreve a censurar y a condenar a su hermano. Dijo Jesús: "¿Por qué
miras la
paja que está en
el ojo de
tu hermano, y no echas de ver la
viga que está en tu propio ojo?"
Sus palabras
describen al que está pronto para buscar faltas en sus prójimos. Cuando él cree
haber descubierto una falla en el carácter o en la vida, se apresura celosamente
a señalarla; pero Jesús declara que el rasgo de carácter que se fomenta por
aquella obra tan opuesta a su ejemplo resulta, al compararse con la imperfección
que se critica, como una viga al lado de una paja. La falta de longanimidad
y de amor mueve a esa persona a convertir un átomo en un mundo. Los que no han
experimentado la contrición de una entrega completa a Dios no manifiestan en la
vida el influjo enternecedor del amor de Cristo. Desfiguran el espíritu amable y
cortés del Evangelio y hieren las almas preciosas por las cuales murió Cristo. .
.
Cristo es el único verdadero modelo de carácter, y usurpa su lugar
quien se constituye en dechado para los demás. Puesto que el Padre "todo el
juicio dio al Hijo", quienquiera que se atreva a juzgar los motivos ajenos
usurpa también el derecho del Hijo de Dios. Los que se dan por jueces y críticos
se alían con el anticristo, "el cual se opone y se levanta contra todo lo que se
llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como
Dios, haciéndose pasar por Dios".
El pecado que conduce a los resultados
más desastrosos es el espíritu frío de crítica inexorable, que caracteriza al
fariseísmo. Cuando no hay amor en la experiencia religiosa, no está en ella
Jesús ni el sol de sus presencia. . . Puede haber una agudeza maravillosa para
descubrir los defectos de los demás; pero a toda persona que manifiesta tal
espíritu, Jesús dice: ". . .saca primero la viga de tu propio ojo". - El discurso maestro de
Jesucristo , págs. 106-107.
Mientras no nos sintamos en condiciones de
sacrificar nuestro orgullo, y aun de dar la vida para salvar a un hermano desviado, no habremos
echado la viga de nuestro propio ojo ni estaremos preparados
para ayudar a nuestro hermano. Pero cuando lo
hayamos hecho, podremos acercarnos a él y conmover su corazón. . . Un espíritu
bondadoso y un trato benigno y persuasivo pueden salvar a los perdidos y cubrir
multitud de pecados. La revelación de Cristo en nuestro propio carácter tendrá
un poder transformador sobre aquellos con quienes nos relacionemos. Permitamos
que Cristo se manifieste diariamente en nosotros, y él revelará por medio de
nosotros la energía creadora de su palabra, una influencia amable, persuasiva y
a la vez poderosa para restaurar en otras almas la perfección del Señor nuestro
Dios. - Id., págs. 109-110