La oración es un arma eficaz contra Satanás
Resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Santiago 4:7, 8.
Satanás está trabajando constantemente; pero pocos tienen idea alguna de su actividad y sutileza. El pueblo de Dios debe estar preparado para resistir al astuto enemigo. Esta resistencia es lo que Satanás teme. Él conoce mejor que nosotros el límite de su poder, y cuán fácilmente puede ser vencido si le resistimos y le hacemos frente.
Por la fuerza divina, el santo más débil puede más que él y todos sus ángeles, y si se le probase podría mostrar su poder superior. Por lo tanto, los pasos de Satanás son silenciosos, sus movimientos furtivos y sus baterías enmascaradas. Él no se atreve a mostrarse abiertamente, no sea que despierte las energías dormidas del cristiano, y le impulse a ir a Dios en oración.
El enemigo se está preparando para su última campaña contra la iglesia. Está de tal manera oculto de la vista que para muchos es difícil creer que existe, y mucho menos pueden ser convencidos de su asombrosa actividad y poder... Jactándose de su independencia, bajo la influencia especiosa y hechicera de Satanás, obedecen a los peores impulsos del corazón humano, y sin embargo creen que Dios los está conduciendo. Si sus ojos pudiesen abrirse para distinguir a su capitán, verían que no están sirviendo a Dios, sino al enemigo de toda justicia. Verían que la independencia de que se jactan es una de las más pesadas cadenas que Satanás pueda forjar en torno a las mentes desequilibradas.
Resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Santiago 4:7, 8.
Satanás está trabajando constantemente; pero pocos tienen idea alguna de su actividad y sutileza. El pueblo de Dios debe estar preparado para resistir al astuto enemigo. Esta resistencia es lo que Satanás teme. Él conoce mejor que nosotros el límite de su poder, y cuán fácilmente puede ser vencido si le resistimos y le hacemos frente.
Por la fuerza divina, el santo más débil puede más que él y todos sus ángeles, y si se le probase podría mostrar su poder superior. Por lo tanto, los pasos de Satanás son silenciosos, sus movimientos furtivos y sus baterías enmascaradas. Él no se atreve a mostrarse abiertamente, no sea que despierte las energías dormidas del cristiano, y le impulse a ir a Dios en oración.
El enemigo se está preparando para su última campaña contra la iglesia. Está de tal manera oculto de la vista que para muchos es difícil creer que existe, y mucho menos pueden ser convencidos de su asombrosa actividad y poder... Jactándose de su independencia, bajo la influencia especiosa y hechicera de Satanás, obedecen a los peores impulsos del corazón humano, y sin embargo creen que Dios los está conduciendo. Si sus ojos pudiesen abrirse para distinguir a su capitán, verían que no están sirviendo a Dios, sino al enemigo de toda justicia. Verían que la independencia de que se jactan es una de las más pesadas cadenas que Satanás pueda forjar en torno a las mentes desequilibradas.
Los seres humanos son cautivos de Satanás, y están naturalmente inclinados a seguir sus sugerencias y cumplir sus órdenes. No tiene en sí mismo poder para oponer resistencia eficaz al mal. Únicamente en la medida en que Cristo more en él por la fe viva, influyendo en sus deseos e impartiéndole fuerza de lo alto, puede el ser humano atreverse a arrostrar a un enemigo tan terrible. Todo otro medio de defensa es completamente vano. Es únicamente gracias a Cristo como es limitado el poder de Satanás. Esta es una verdad portentosa que todos debieran entender. Satanás está ocupado en todo momento, yendo de aquí para allá en la tierra, buscando a quien devorar. Pero la ferviente oración de fe frustrará sus esfuerzos más arduos. Embracen, pues, hermanos, “el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno”. Efesios 6:16.—Joyas de los Testimonios 2:105, 106.