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Los cristianos deben cuidar sus palabras. Nunca debieran comunicar a otros informes desagradables de uno de sus amigos, especialmente si saben que falta unión entre ellos. Es cruel hacer insinuaciones y sugestiones, como si uno supiera, acerca de este amigo o conocido, muchos detalles que ignoran los demás. Estas insinuaciones van más lejos, y crean impresiones más desfavorables que el relato franco y sin exageración de los hechos. ¡Cuánto daño no ha sufrido la iglesia de Cristo por estas cosas! La conducta inconsecuente y poco precavida de sus miembros la ha hecho tan débil como el agua. Los miembros de la misma iglesia han traicionado confidencias, y sin embargo los culpables no se proponían hacer mal alguno. Ha hecho mucho daño la falta de prudencia en la selección de los temas de conversación.
La conversación debe versar sobre las cosas espirituales y divinas; pero ha sucedido de otra manera. Si el trato de los amigos cristianos se dedica principalmente al perfeccionamiento del espíritu y del corazón, no habrá nada que lamentar posteriormente, y se podrá recordar la entrevista con agradable satisfacción. Pero si se dedican las horas a la liviandad y las conversaciones vanas, y se emplea el tiempo en disecar la vida y el carácter de los demás, el trato entre amigos resultará en una fuente de mal, y nuestra influencia tendrá sabor de muerte para muerte.*****
No debemos permitir que nuestras perplejidades y chascos carcoman nuestras almas y nos llenen de inquietud e impaciencia. No ofendamos a Dios permitiendo que haya contienda, malas sospechas, o maledicencia. Hermano mío, si Vd. abre su corazón a la influencia de la envidia y las malas sospechas, el Espíritu Santo no podrá morar con Vd. Procure la plenitud que hay en Cristo. Trabaje de acuerdo con él. Permita que cada pensamiento, palabra y acción revele a Cristo. Vd. necesita un bautismo diario del amor que en los días de los apóstoles hizo a todos unánimes. Este amor impartirá salud al cuerpo, al espíritu y al alma. Rodee su alma de una atmósfera que fortalezca la vida espiritual. Cultive la fe, la esperanza, el valor y el amor. Deje que reine en su corazón la paz de Dios.
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El Señor vive y reina. Pronto se levantará majestuoso para sacudir terriblemente la tierra. Debe proclamarse ahora un mensaje especial, un mensaje que disipe las tinieblas espirituales y convenza y convierta las almas. “Escapa por tu vida” (Génesis 19:17), es la invitación que debe darse a los que moran en el pecado. Un gran fervor debe poseernos. No tenemos un momento que perder en críticas y acusaciones. Que aquellos que han hecho esto en lo pasado caigan de rodillas en oración y tengan cuidado de no preferir sus palabras y sus planes a las palabras y los planes de Dios.