En varios estados, hay colonias de agricultores laboriosos y de condición acomodada, que nunca han oído de la verdad para nuestra época. Debe trabajarse en tales lugares. Ese trabajo debe ser emprendido por los miembros de nuestras iglesias. Ellos pueden hacer mucho en favor de sus vecinos, al prestarles o venderles libros, al distribuirles periódicos y darles estudios bíblicos. Si tuviesen un profundo amor por las almas, podrían proclamar el mensaje con tanto poder que muchas personas se convertirían.
Dos obreros bíblicos estaban sentados en medio de una familia. Con la Biblia abierta ante ellos, presentaban al Señor Jesucristo en su carácter de Salvador que perdona los pecados. Elevaban fervientes oraciones hacia Dios y los corazones quedaban enternecidos y subyugados por la influencia del Espíritu Santo. Sus oraciones eran expresadas con sinceridad y poder. Mientras explicaban la Palabra de Dios, vi que una luz suave y radiante iluminaba las Escrituras, y yo susurré: “Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.” Lucas 14:23. Esta preciosa luz fué comunicada de casa en casa. La costumbre de celebrar el culto de familia, que en ciertos hogares fuera abandonada, revivió y muchos fueron convertidos. Hermanos y hermanas, consagraos al servicio del Señor. No dejéis pasar ninguna ocasión favorable. Visitad a los enfermos y dolientes y manifestadles interés verdadero. Si es posible, haced algo para su mejoría. Así ganaréis sus corazones y podréis hablarles del Salvador. Sólo la eternidad podrá revelar el alcance de una obra tal. Otros ramos de actividad se abrirán delante de aquellos que se muestren dispuestos a cumplir sus deberes inmediatos. La mayor necesidad actual no consiste tanto en predicadores sabios y elocuentes como en hombres y mujeres que hayan aprendido de Jesús de Nazaret a ser mansos y humildes, y que, confiados en su poder, irán por los caminos y vallados para dar la invitación: “Venid, que ya está todo aparejado.” Lucas 14:17. Los que conozcan cabalmente la agricultura, que sepan cultivar la tierra y construir pequeñas casas, pueden hacerse muy útiles. Mientras trabajan con sus manos, pueden demostrar por su carácter qué nivel elevado puede alcanzar nuestro pueblo. Agricultores, industriales, albañiles, y otros hombres hábiles en sus oficios deberían trasladarse a los campos que no reciben atención, para cultivar la tierra, establecer industrias, construirse hogares humildes e impartir a sus vecinos el conocimiento de la verdad para nuestra época.