Peligros a lo largo del camino
Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es ordenar sus pasos. Jeremías 10:23.
El camino que cruza el Cañón del Caballero, que siempre es peligroso para el viajero inexperimentado, a menudo es intransitable en la estación lluviosa.* Estuvimos muy agradecidas de tener un guía para esa parte de nuestro viaje. Yo no me atrevía a mirar ni a la derecha ni a la izquierda para contemplar el panorama, sino que, sosteniendo firmemente las riendas y conduciendo mi caballo por el estrecho sendero, seguía a nuestro guía. Cualquier descuido aquí habría sido fatal. Si nuestros caballos se hubieran salido del camino recto, nos hubiéramos precipitado por un empinado precipicio, hacia la cañada que se veía allá abajo.
Mientras cabalgábamos en silencio y casi sin
aliento, no pude dejar de pensar con cuánta precisión esa cabalgata ilustraba la
experiencia del cristiano. Estamos realizando el viaje de la vida entre los
peligros de los últimos días. Necesitamos vigilar cuidadosamente cada paso que
damos, y estar seguros de que estamos siguiendo a nuestro gran Guía. El
escepticismo, la infidelidad, la disipación y el crimen, se ven por todas
partes. Sería muy fácil soltar las riendas del autocontrol, y caer por el
precipicio de la segura destrucción. ... El amor infinito ha trazado un camino
por el cual los rescatados del Señor pueden pasar de la tierra al cielo. Ese
camino es el Hijo de Dios. Angeles guías son enviados para dirigir nuestros pies
vacilantes. La gloriosa escalera del cielo desciende al camino de cada uno,
interrumpiendo su tránsito hacia el vicio y la locura. Debe pisotear al Salvador
crucificado quien quiera pasar hacia una vida de pecado. Nuestro Padre celestial
nos está llamando: “Venid más arriba”. Los humildes y confiados son conducidos y
protegidos en el camino de la paz. Pero él, que es infinito en sabiduría, a
nadie obliga a aceptar el don más precioso del cielo, a nadie obliga a caminar
por el sendero que ha sido trazado a un costo tan elevado. A cada uno se le
permite elegir por sí mismo, los peldaños estrechos y brillantes que guían hacia
el cielo, o bien el camino amplio y fácil que termina en la muerte.—The Signs of the Times, 26 de enero de 1882,
pp. 44.
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