El papa Bergoglio cumple su primera "legislatura" como protagonista de una revolución mucho más cosmética que concreta
El principal mérito de Jorge Mario Bergoglio en estos primeros cuatros años de legislatura
consiste en haberlo cambiado todo sin haber cambiado nada. Un ejercicio
de prestidigitación que requiere la devoción de una sociedad crédula y
sensiblera. No estamos en los tiempos de las verdades —no digamos ya las
teologales—, sino en la época de las percepciones y de las sensaciones.
Y a Francisco se le percibe y se le siente unánimemente como un
revolucionario sin haber modificado un milímetro la doctrina de la
Iglesia en los asuntos terrenales: ni comunión a los divorciados —los supuestos son excepcionales—, ni reconocimiento a los derechos de los homosexuales,
ni compromiso con el peso de la mujer en la Iglesia, ni tolerancia
normativa con el aborto, los anticonceptivos o la estirpe descarriada de
los adúlteros.
http://internacional.elpais.com/internacional/2017/03/14/actualidad/1489479407_066499.html?id_externo_rsoc=FB_CM
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