Dios ha investido a su iglesia con especial autoridad y poder que nadie puede sentirse justificado de desatender o despreciar, porque al hacerlo desprecia la voz de Dios.—Testimonies for the Church 3:417 (1875).
Dios ha otorgado a su iglesia el más elevado poder bajo el cielo. Es la voz de Dios en su pueblo unido como iglesia, la cual debe ser respetada.—Testimonies for the Church 3:451 (1875).
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