La iglesia ha fallado, tristemente fallado, en satisfacer las expectativas de su Redentor, y sin embargo el Señor no se retira de su pueblo. Todavía los soporta, no porque se encuentre en ellos ninguna virtud, sino para que el nombre de Dios no sea deshonrado ante los enemigos de la verdad y la justicia, para que las agencias satánicas no puedan triunfar destruyendo al pueblo de Dios. Él ha soportado pacientemente su indocilidad, incredulidad e insensatez. Los ha disciplinado con maravillosa paciencia y compasión. Si ellos oyen su instrucción, él los limpiará de sus tendencias perversas, salvándolos con una salvación eterna y convirtiéndolos en monumentos eternos del poder de su gracia.—The Signs of the Times, 13 de noviembre de 1901.
Deberíamos recordar que la iglesia, aunque débil y defectuosa, constituye el único objeto en la tierra al cual Cristo otorga su consideración suprema. Él la observa constantemente lleno de solicitud por ella, y la fortalece mediante su Espíritu Santo.—Mensajes Selectos 2:457 (1902).
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