sábado, 10 de abril de 2021

La misión distintiva de los adventistas del séptimo día

 El Señor nos ha hecho los depositarios de su ley; nos ha confiado una verdad sagrada y eterna, que debe darse a otros mediante advertencias fieles, reprensiones y [palabras de] aliento.—Testimonies for the Church 5:381 (1885). Los adventistas del séptimo día han sido elegidos por Dios como pueblo particular, separado del mundo. Con el gran instrumento de la verdad, los ha sacado de la cantera del mundo y los ha relacionado consigo. Ha hecho de ellos representantes suyos, y los ha llamado a ser sus embajadores durante esta última fase de la obra de salvación. Les ha encargado que proclamen al mundo la mayor suma de verdad que se haya confiado alguna vez a seres mortales, las advertencias más solemnes y terribles que Dios haya enviado alguna vez a los hombres.—Joyas de los Testimonios 3:140 (1902). En un sentido muy especial, los adventistas del séptimo día han sido colocados en el mundo como centinelas y transmisores de luz. A ellos ha sido confiada la tarea de dirigir la última amonestación a un mundo que perece. La Palabra de Dios proyecta sobre ellos una luz maravillosa. Una obra de la mayor importancia les ha sido confiada: proclamar los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles. Ninguna otra obra puede ser comparada con esta y nada debe desviar nuestra atención de ella.—Joyas de los Testimonios 3:288 (1909).

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Una palabra personal

Anhelaría dedicarme personalmente al trabajo ferviente en el campo, y me dedicaría por cierto más a la obra...