La crisis de los siglos
Nos hallamos en el mismo umbral de la crisis de los siglos. En rápida sucesión se seguirán unos a otros los castigos de Dios: incendio e inundaciones, terremotos, guerras y derramamiento de sangre. No debemos quedar sorprendidos en este tiempo por acontecimientos grandes y decisivos; porque el ángel de la misericordia no puede permanecer mucho más tiempo para proteger a los impenitentes.—La Historia de Profetas y Reyes, 208. SC 65.1
La hora de crisis va avecinándose gradualmente. El sol brilla en el cielo, recorriendo su camino habitual, y los cielos todavía declaran la gloria de Dios. Los hombres siguen comiendo y bebiendo, plantando y edificando, casándose y dándose en casamiento. Los comerciantes continúan comprando y vendiendo. Los hombres se atropellan mutuamente por alcanzar el puesto más alto. Los amantes de los placeres siguen aglomerándose en los teatros, en las carreras de caballos, y en los antros de juego. Prevalece la más alta excitación, y sin embargo el tiempo de gracia está terminando rápidamente, y cada caso está por ser decidido para la eternidad. Satanás ve que su tiempo es corto. El ha puesto en acción a todos sus agentes a fin de que los hombres sean engañados, estén alucinados, ocupados y fascinados hasta que el día de gracia termine, y la puerta de la misericordia se cierre para siempre.—The Southern Watchman, 3 de octubre de 1905. SC 65.2
La transgresión casi ha llegado a su límite máximo. La confusión llena el mundo, y pronto ha de venir sobre los seres humanos un gran terror. El fin está muy cerca. Nosotros, que conocemos la verdad, hemos de prepararnos para lo que pronto ha de irrumpir sobre el mundo como una sorpresa agobiadora.—Testimonies for the Church 8:28. SC 65.3
En este tiempo en que prevalece la iniquidad, podemos saber que la última crisis está por llegar. Cuando el desafío a la ley de Dios sea casi universal, cuando su pueblo esté oprimido y afligido por sus semejantes, el Señor se interpondrá.—Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 165. SC 66.1
Estamos en el umbral de grandes y solemnes acontecimientos.
Las profecías se están cumpliendo. La historia, extraña y llena de
sucesos, está registrándose en los libros del cielo. Todo en nuestro
mundo está en agitación. Hay guerras y rumores de guerras. Las naciones
están airadas, y ha llegado el tiempo en que deben ser juzgados los
muertos. Los acontecimientos están cambiando para traer el gran día de
Dios, que se apresura grandemente. Queda, por así decirlo, solamente un
momento de tiempo. Pero aunque ya se levanta nación contra nación, y
reino contra reino, no hay todavía conflagración general. Todavía los
cuatro vientos son retenidos hasta que los siervos de Dios sean sellados
en sus frentes. Entonces las potencias de la tierra ordenarán sus
fuerzas para la última gran batalla.—Joyas de los Testimonios 2:369.
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