Por Dazibao-Ñ-/
En el colegio público “Presidente Salvans”, los alumnos musulmanes no permiten que sus compañeros españoles consuman bocadillos de chorizo o jamón.
En Tarrasa, cuidad catalana conocida por su atrabiliario imán que aconsejaba corregir la desobediencia femenil a base de golpes, existe un colegio de nombre “
Presidente Salvans”, situado en el barrio proletario de Can Palet, donde los niños musulmanes han declarado la jihad contra el cerdo y sus derivados. Los menores magrebíes, muy bien ilustrados por sus progenitores en la fe de Mahoma, molestan, incordian y agreden a los alumnos españoles y de otros orígenes que degustan bocadillos de chorizo o jamón, porque el cerdo, criatura de la que gustan hasta los andares, fue considerado por el risible “Profeta” del islam como un animal impuro.
En “Salvans” hay mucho paleto. Y ejemplo de ello es que las notificaciones oficiales del colegio se evacuan en catalán y árabe. Además, la lengua vehicular impuesta durante las horas del recreo es la del Mensajero de Alá, hecho que fue denunciado por los padre españoles del centro en 2011. Sin embargo, no deja de ser cierto que la preeminencia del árabe en “Salvans” no carece de justificación, ya que
en algunos cursos el 80% del alumnado sólo habla árabe.
No será fácil, tal y como está el patio, que estos “nuevos catalanes” cambien fácilmente el turbante por la barretina catalana, ni el cuscús por las sabrosas pitanzas leridanas que tienen su origen en el marrano, ni el idioma del sultán Mahoma VII por el del inmortal Tapies, ese dudoso genio catalán del arte moderno.
Mala cosa es, para la integración multicultural, que unas adorables criaturas rollizas y de encantadores mofletes sientan el mismo espanto hacia el jamón que la niña del Exorcista por la cruz y el agua bendita. ¿Terminarán prohibiendo también en “Salvans” las cabezas de ajo?