Tres poderosos colaboradores
Porque somos sepultados juntamente con él a muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. Romanos 6:4.
Jesús fué nuestro ejemplo en todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad. Fué bautizado en el Jordán, tal como aquellos que acuden a él deben ser bautizados.—The Youth’s Instructor, 23 de junio de 1892; The S.D.A. Bible Commentary 5:1077.
Cristo ha puesto el bautismo como condición para entrar en su reino espiritual. ... Los que reciben el rito del bautismo, por medio de él realizan una declaración pública de que han renunciado al mundo y se han hecho miembros de la familia real. ... Los que dan este paso deben someter todas las consideraciones mundanas a sus nuevas relaciones. Han declarado públicamente que no seguirán viviendo en el orgullo y para la satisfacción de sí mismos. ... Han quedado comprometidos por un solemne pacto a vivir para el Señor. Deberán usar para él todas las capacidades que les han sido confiadas.—Manuscrito 27, 1900; The S.D.A. Bible Commentary 6:1075.
Cuando nos sometemos al solemne rito del bautismo, damos testimonio ante los ángeles y los hombres de que hemos sido purificados de nuestros antiguos pecados, y de que en adelante, habiendo muerto para el mundo, buscaremos “las cosas de arriba”. Colosenses 3:1. No olvidemos nuestro voto bautismal. Ante la presencia de los tres poderes más excelsos del cielo—el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo—, hemos prometido hacer la voluntad de aquel que ... declaró: “Yo soy la resurrección y la vida”. Juan 11:20. Cristo perdona a todo pecador penitente, y cuando el perdonado, después del bautismo se levanta del sepulcro ácueo, es declarado una nueva criatura, cuya vida está oculta con Cristo en Dios. Recordemos siempre que es nuestro elevado privilegio ser purificados de nuestros antiguos pecados.—The Review and Herald, 26 de mayo de 1904.
Cuando el cristiano toma su voto bautismal, se le promete la ayuda divina. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están listos para obrar en beneficio suyo. Dios pone a sus órdenes los recursos del cielo, para que sea un vencedor. Su propio poder es pequeño, pero Dios es omnipotente, y Dios es su ayudador. Diariamente debe dar a conocer sus necesidades al trono de la gracia. Puede ser más que vencedor mediante la fe y la confianza, apropiándose de los recursos provistos para él.—The Review and Herald, 18 de febrero de 1904.