Una atmósfera moral pura
Para que andes por el camino de los buenos, y guardes las veredas de los justos. Proverbios 2:20.
La sangre que circula por las venas debe ser pura a fin de mantener al cuerpo en estado de salud; para ser pura tiene que tener aire y alimento puros. El uso de alimentos indebidos y la inhalación de aire impuro causan enfermedades que se manifiestan de diversas formas.
La pureza y la integridad de nuestra vida religiosa dependen no sólo de la verdad que aceptamos, sino de la compañía en que andamos, y de la atmósfera moral que respiramos. La fe, la elasticidad y el vigor, la esperanza, el gozo, la duda y los temores, la pereza, la estupidez, la envidia, los celos, la desconfianza, el egoísmo, la indocilidad y la apostasía, son el resultado de las asociaciones que formamos, de la compañía en que andamos, y del aire que respiramos.
El formar asociaciones incorrectas producirá resultados desdichados. ... Es posible leer la Biblia y ofrecer oraciones, y sin embargo no habrá un aumento de la salud espiritual, no habrá un crecimiento del alma, mientras esté contaminado el aire que se respira. ... Los creyentes debieran ejercer el mayor cuidado para colocarse en estrecha relación con Dios y con aquellos que han sido enseñados por Dios. Resulta doloroso ver a aquellos que han creído la verdad presente caer en las redes de Satanás. ...
Elevamos nuestra voz y anunciamos a cada creyente en la verdad presente: Si queréis tener salud espiritual, atended a vuestros pulmones. Atended a vuestro alimento espiritual. Cultivad un amor por la sociedad de aquellos que son puros y buenos, si queréis que Cristo se forme dentro de vosotros. La salud del alma depende de que respiremos una pura atmósfera moral.—Carta 1, 1882, pp. 13-15.
Cristo, el gran Médico, ha dado una receta para cada creyente. Debe comer el alimento que proporciona la Palabra de Dios. Y la fe que obra por amor a Dios y al hombre depende no sólo del alimento que comemos sino también del aire que respiramos. Si nos asociamos con aquellos que son malos, respiramos una atmósfera contaminada con la malaria del pecado. Aseguraos mediante la asociación con los humildes y mansos seguidores de Jesús la posibilidad de respirar una atmósfera pura y santa.—Manuscrito 60, 1901, pp. 5, 6.
Para que andes por el camino de los buenos, y guardes las veredas de los justos. Proverbios 2:20.
La sangre que circula por las venas debe ser pura a fin de mantener al cuerpo en estado de salud; para ser pura tiene que tener aire y alimento puros. El uso de alimentos indebidos y la inhalación de aire impuro causan enfermedades que se manifiestan de diversas formas.
La pureza y la integridad de nuestra vida religiosa dependen no sólo de la verdad que aceptamos, sino de la compañía en que andamos, y de la atmósfera moral que respiramos. La fe, la elasticidad y el vigor, la esperanza, el gozo, la duda y los temores, la pereza, la estupidez, la envidia, los celos, la desconfianza, el egoísmo, la indocilidad y la apostasía, son el resultado de las asociaciones que formamos, de la compañía en que andamos, y del aire que respiramos.
El formar asociaciones incorrectas producirá resultados desdichados. ... Es posible leer la Biblia y ofrecer oraciones, y sin embargo no habrá un aumento de la salud espiritual, no habrá un crecimiento del alma, mientras esté contaminado el aire que se respira. ... Los creyentes debieran ejercer el mayor cuidado para colocarse en estrecha relación con Dios y con aquellos que han sido enseñados por Dios. Resulta doloroso ver a aquellos que han creído la verdad presente caer en las redes de Satanás. ...
Elevamos nuestra voz y anunciamos a cada creyente en la verdad presente: Si queréis tener salud espiritual, atended a vuestros pulmones. Atended a vuestro alimento espiritual. Cultivad un amor por la sociedad de aquellos que son puros y buenos, si queréis que Cristo se forme dentro de vosotros. La salud del alma depende de que respiremos una pura atmósfera moral.—Carta 1, 1882, pp. 13-15.
Cristo, el gran Médico, ha dado una receta para cada creyente. Debe comer el alimento que proporciona la Palabra de Dios. Y la fe que obra por amor a Dios y al hombre depende no sólo del alimento que comemos sino también del aire que respiramos. Si nos asociamos con aquellos que son malos, respiramos una atmósfera contaminada con la malaria del pecado. Aseguraos mediante la asociación con los humildes y mansos seguidores de Jesús la posibilidad de respirar una atmósfera pura y santa.—Manuscrito 60, 1901, pp. 5, 6.