Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas. Todo valle se rellenará, y se bajará todo monte y collado; los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados. (Luc. 3: 4, 5).
La obra de reforma que Juan nos presenta aquí, la purificación del corazón, de la mente y del alma, es necesaria para muchos que profesan hoy tener la fe de Cristo. Es necesario abandonar prácticas equivocadas a las que se les ha dado rienda suelta. Hay que enderezar las sendas torcidas y suavizar los lugares ásperos. Las montañas y colinas del amor propio y el orgullo necesitan ser rebajadas. Es necesario producir "frutos dignos de arrepentimiento" (Mat. 3: 8). Cuando esta experiencia se realice en el creyente pueblo de Dios, "verá toda carne la salvación de Dios" (Luc. 3: 6). "Por sus frutos los conoceréis" (Mat. 7: 16), dijo Cristo. . .
El hecho de que nuestros nombres estén en los libros de la iglesia no nos asegura la entrada en el reino de los cielos. Dios pregunta: ¿Habéis empleado vuestras oportunidades para servicio y para el desarrollo del carácter cristiano? ¿Habéis negociado fielmente con los bienes de vuestro Señor? Puesto que conocéis la voluntad de Dios con respecto a vosotros, ¿habéis obedecido esa voluntad? ¿Habéis tratado de beneficiar y bendecir a los que necesitaban ayuda y ánimo? . . .
Todo ser humano en este mundo lleva fruto de alguna es ya sea bueno o malo; y Cristo ha hecho posible que cada alma lleve el más precioso fruto. La obediencia a los requerimientos de Dios, la sumisión a la voluntad de Cristo, producirá en la vida los preciosos frutos de justicia. Los habitantes de este mundo son queridos para la familia de Dios. . . El dio los dones más ricos que el cielo podía conceder, para que los hombres y las mujeres pudieran volverse de su rebelión a su ley, y aceptaran en sus corazones y vidas los principios del cielo. Si los hombres quisieran reconocer el Don, y aceptar su sacrificio, sus transgresiones serían perdonadas, y la gracia de Dios les sería impartida para ayudarles a rendir en sus vidas los preciosos frutos de la santidad.-RH 22- 4-1909. 250