"Y se le
permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la Imagen
hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. "(Apoc. 13: 15).
Cuando Jesús salga del lugar santísimo, su Espíritu refrenador se
retirará de los gobernantes y del pueblo. Estos quedarán bajo el dominio de los
ángeles malos. Entonces, por consejo y dirección de Satanás, se harán leyes
tales que, a menos que el tiempo sea muy corto, no se salvará ninguna carne.
(Nota: JT1, 75.*)
Vi que los cuatro ángeles iban a retener los vientos
mientras no estuviese hecha la obra de Jesús en el santuario, y que entonces
caerían las siete postreras plagas. Estas enfurecerían a los malvados contra los
justos, pues los primeros pensarían que habríamos atraído los juicios de Dios
sobre ellos, y que si pudieran raernos de la tierra las plagas se detendrían. Se
promulgará un decreto para matar a los santos, lo cual los hará clamar día y
noche por su libramiento. Ese será el tiempo de angustia de Jacob. (Nota: PE,
36, 37.*)
Vi después que los hombres importantes de la tierra
consultaban entre sí, Satanás y sus ángeles estaban atareados en torno de ellos.
Vi un edicto del que se repartieron ejemplares por distintas partes de la
tierra, el cual ordenaba que si dentro de determinado plazo no renunciaban los
santos a su fe peculiar y prescindían del sábado para observar el primer día de
la semana, quedaría la gente en libertad para matarlos. (Nota: PE, 282.*)
Por más que un decreto general haya fijado el tiempo en que los
observadores de los mandamientos puedan ser muertos, sus enemigos, en algunos
casos, se anticiparán al decreto y tratarán de quitarles la vida antes del
tiempo fijado. Pero nadie puede atravesar el cordón de los poderosos guardianes
colocados en torno de cada fiel. Algunos son atacados al huir de las ciudades y
villas. Pero las espadas levantadas contra ellos se quiebran y caen como si
fueran de paja. Otros son defendidos por ángeles en forma de guerreros. . . Con
ternura y simpatía, los ángeles han presenciado la angustia de ellos y han
escuchado sus oraciones. Aguardan la orden de su jefe para arrancarlos del
peligro. Pero tienen que esperar un poco más. El pueblo de Dios tiene que beber
la copa y ser bautizado con el bautismo.267 (Nota: CS, 689.*)
(Nota:
SEÑALADOS PARA LA MUERTE)
"Y fueron enviadas cartas por medio de correos
a todas las provincias del rey, con la orden de destruir, matar y exterminar a
todos los judíos, jóvenes y ancianos, niños y mujeres, en un mismo día. "(Est.
3: 13.)
El decreto que se promulgará finalmente contra el pueblo
remanente de Dios será muy semejante al que promulgó Asuero contra los judíos.
(Nota: JT1, 132.*)
Cuando los que honran la ley de Dios hayan sido
privados de la protección de las leyes humanas empezará en varios países un
movimiento simultáneo para destruirlos. Conforme vaya acercándose el tiempo
señalado en el decreto, el pueblo conspirará para exterminar la secta
aborrecida. Se convendrá en dar una noche el golpe decisivo, que reducirá
completamente al silencio la voz disidente y reprensora.
Se proclamará
el decreto obligándolos a dejar a un lado el sábado del cuarto mandamiento, y
honrar el primer día, o perder la vida. Pero ellos no cederán, ni pisotearán el
sábado del Señor para honrar una institución del papado. Los rodearán las
huestes de Satanás y los hombres perversos, para alegrarse de su suerte, porque
no parecerá haber para ellos medio de escapar.
Cuando llegue ese tiempo
de angustia, cada caso se habrá decidido, y ya no habrá tiempo de gracia ni
misericordia para el impenitente. El sello del Dios vivo estará sobre su pueblo.
Ese pequeño remanente, incapaz de defenderse en el mortífero conflicto con las
potestades de la tierra mandadas por la hueste del dragón, hace de Dios su
defensa. Ha sido promulgado por la más alta autoridad terrestre el decreto de
que adoren a la bestia y reciban su marca bajo
pena de persecución y muerte. (Nota: JT2, 67.*)
Vi que los santos
sufrían gran angustia mental. Parecían rodeados por los malvados moradores de la
tierra. Todas las apariencias estaban en su contra, y algunos empezaron a temer
que Dios los hubiese abandonado al fin para dejarlos perecer a manos de los
malos. . .
Los malvados, saboreando de antemano su triunfo, exclamaban:
"¿Por qué no os libra vuestro Dios de nuestras manos? ¿Por qué no os escapáis
por los aires para salvar la vida?" Pero los santos no los escuchaban.268 (Nota:
PE, 283