5 de agosto
Aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría.
Judas 24.
Cristo
fue obediente a todo requerimiento de la ley... Por su perfecta
obediencia ha hecho posible que cada ser humano obedezca los
mandamientos de Dios. Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une
con su corazón, la voluntad se fusiona con su voluntad, la mente llega a
ser una con su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su
vida. Esto es lo que significa estar vestidos con el manto de su
justicia. Entonces, cuando el Señor nos contempla, él no ve el vestido
de hojas de higuera, no la desnudez y la deformidad del pecado, sino su
propio manto de justicia, que es la perfecta obediencia a la ley de
Jehová.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 253, 254.
Mediante
el plan de redención, Dios ha provisto medios para vencer cada rasgo
pecaminoso y resistir cada tentación, no importa cuán poderosa sea.—
Mensajes Selectos 1:94.
La
tentación más poderosa no puede excusar el pecado. Por intensa que sea
la presión ejercida sobre el alma, la transgresión es un acto nuestro.
Ni la tierra ni el infierno tienen poder para obligar a nadie a pecar.
Debe haber consentimiento de la voluntad, sometimiento del corazón, pues
de otro modo la pasión no puede vencer a la razón, ni la iniquidad
triunfar sobre la justicia.—The Signs of the Times, 15 de abril de 1913.
Si
permanecéis bajo el estandarte ensangrentado del Príncipe Emanuel,
haciendo fielmente su servicio, nunca tendréis que ceder a la tentación,
pues estará a vuestro lado Aquel que es poderoso para guardaros sin
caída.—Manuscrito 8, 1899.
No debemos retener una sola tendencia
pecaminosa... Las tendencias al mal, hereditarias y cultivadas, son
eliminadas del carácter a medida que participamos de la naturaleza
divina, y somos convertidos en un poder viviente para el bien.
Cooperamos con Dios en el triunfo sobre las tentaciones de Satanás
aprendiendo siempre del divino Maestro, participando diariamente de su
naturaleza. Dios actúa y el hombre actúa para que éste pueda ser uno con
Cristo como Cristo es uno con Dios. Entonces nos sentamos con Cristo en
los lugares celestiales. La mente reposa con paz y seguridad en
Jesús.—Comentario Bíblico Adventista 7:954.
Maranata, p.232.