Cuando la pérdida es ganancia,
Y díjoles: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. Lucas 12:15.
Una notable característica de las enseñanzas de Cristo es la frecuencia y la vehemencia con que reprochó el pecado de la codicia, y señaló el peligro de las adquisiciones mundanas y del descontrolado amor por las ganancias. ... Cuando la cabeza y las manos están constantemente ocupadas con planes y trabajos para acumular riquezas, se olvidan los derechos de Dios y de la humanidad.—The Review and Herald, 17 de octubre de 1882.
Los recursos son valiosos y deben desearse. Son una bendición, un tesoro precioso, si se los utiliza prudente y sabiamente, y no se abusa de ellos. ... Puesto que los mortales tienen cuerpos, cabezas y corazones que deben atenderse, debe tomarse alguna provisión para que el cuerpo ocupe una posición debida en el mundo. No para conformarse a las normas del mundo—no, de ninguna manera; sino para ser una influencia para el bien en el mundo.
La necesidad y la pobreza, son males que deben temerse; pero más deseables que sacrificar un principio de la verdad, son el hambre y la desnudez, la falta de hogar, de simpatía o de un nombre, y aun la inanición. Apreciemos la verdad eterna porque es inmortal. Si la convertimos en una parte de nosotros, seguramente obtendremos gloria inmortal y riquezas eternas. ...
Si Dios no os ha dado la capacidad de obtener recursos con rectitud e integridad, quiere decir que él nunca se ha propuesto que los tengáis, y es mejor que os sometáis a la voluntad de Dios. ... El Creador infinito es el poseedor de todas las cosas. Cualquier pérdida que experimentéis en vuestro trato con él, es una ganancia infinita en la futura vida inmortal, si no se la comprende plenamente en esta vida. ...
Contemplad las glorias del firmamento. Contemplad las gemas de luz que, como oro precioso, tachonan el cielo.... ¿No podrá el que extendió sobre nosotros este glorioso palio—el que, si el sol, la luna y las estrellas fueran barridas de una vez, podría llamarlas de nuevo a la existencia en un solo momento—, recompensar a sus siervos fieles y leales que están dispuestos a obedecerle aunque pierdan su riqueza, honor y aun un reino por él?—Carta 41, 1877, pp. 3-5.
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