Escudriñar la palabra objetiva y
personalmente
Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación. Salmos 25:5.
Es peligroso que hagamos de la carne nuestro brazo. Deberíamos apoyarnos sobre el brazo de poder infinito. Por años Dios nos ha estado revelando esto. Debemos tener fe viva en nuestro corazón y alcanzar un conocimiento mayor y una luz más avanzada. No confíen en la sabiduría o las investigaciones de cualquier persona. Vayan ustedes mismos a las Escrituras, escudriñen la Palabra inspirada con corazón humilde. Pongan a un lado sus opiniones preconcebidas, porque no obtendrán beneficio a menos que vayan como niños a la Palabra de Dios. Deben decir: “Si Dios tiene algo para mí, lo quiero. Si Dios le ha dado evidencias de su Palabra a esta o a aquella persona de que una cierta cosa es verdad, también me la dará a mí. Puedo encontrar esa evidencia si escudriño las Escrituras con oración constante, y puedo saber que conozco lo que es verdad”.
No necesitan predicar la verdad como el producto de la mente de otra persona; deben hacerla de la propia. Cuando la mujer de Samaria se convenció de que Jesús era el Mesías, se apresuró a hablar con sus vecinos y ciudadanos. Les dijo: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? Entonces salieron de la ciudad y vinieron a él... Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer... Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo”. Juan 4:29, 30, 39, 41, 42.
Debemos cavar profundamente en la mina de la verdad. Podemos examinar ciertos asuntos personalmente y con otros, siempre y cuando lo hagamos con el debido espíritu; pero demasiado a menudo el yo toma la delantera, y tan pronto como comienza la investigación se manifiesta un espíritu anticristiano. Esto... deleita a Satanás; pero debemos venir con un corazón humilde para saber por nosotros mismos qué es la verdad.
Se aproxima el momento cuando seremos separados y esparcidos, y cada cual tendrá que sostenerse sin el privilegio de la comunión con los que comparten su preciosa fe. ¿Cómo podrán prevalecer a menos que Dios esté a su lado y sepan que los está guiando y dirigiendo? Cada vez que nos reunimos para estudiar la verdad bíblica, el Maestro está con nosotros. El Señor no permite ni un solo instante que el barco sea gobernado por pilotos ignorantes...—The Review and Herald, 25 de marzo de 1890; Cada Día con Dios, 93
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