sábado, 24 de mayo de 2014

SER SEMEJANTE A JESÚS.

Creer la palabra de Dios, no el razonamiento humano

Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.
Deuteronomio 29:29.

La obra especial de Satanás ha consistido en inducir a la humanidad caída a revelarse contra el gobierno divino, y ha tenido demasiado éxito en sus esfuerzos. Se ha esforzado por oscurecer la ley de Dios, la cual es realmente muy sencilla. Ha manifestado un odio exagerado contra el cuarto mandamiento del Decálogo, porque define cómo es el Dios viviente, el Hacedor de los cielos y la tierra. La gente se aparta de los preceptos más claros de Jehová para aceptar las fábulas infieles.

Han quedado sin excusa. Dios ha dejado suficientes evidencias sobre las cuales basar la fe, si uno tiene la voluntad de creer. En los últimos días la tierra se verá casi completamente destituida de la fe verdadera. La Palabra de Dios se considerará indigna de confianza bajo el menor pretexto, mientras que se aceptará el razonamiento humano, aunque éste contradiga las realidades claras de la Escritura. Hombres y mujeres se esforzarán por explicar la obra de la creación como resultado de causas naturales, algo que Dios nunca ha revelado. Pero la ciencia humana no puede revelar los secretos del Dios del cielo...—Exaltad a Jesús, 53.

Seres humanos que profesan ser ministros de Dios elevan sus voces contra la investigación de la profecía, y le dicen a la gente que las profecías, especialmente las de Daniel y Juan, son oscuras, y que no podemos entenderlas. Y sin embargo, algunos de estos mismos ministros reciben ansiosamente las suposiciones de los geólogos, quienes ponen en tela de juicio el registro mosaico. Pero si la voluntad revelada de Dios es tan difícil de entender, ciertamente la gente no debería basar su fe sobre meras suposiciones con respecto a lo que él no ha revelado. Los caminos de Dios no son nuestros caminos, ni sus pensamientos nuestros pensamientos... Los seres humanos, con su vano razonamiento, hacen un mal uso de esas cosas que Dios se propuso que deberían llevarlos a exaltarlo. Caen en el mismo error en el que cayó la gente en los días antes del diluvio: esas cosas que Dios les dio a ellos como un beneficio, las convirtieron en una maldición, haciendo un uso errado de ellas.—The Signs of the Times, 20 de marzo de 1879.

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