El sábado está destinado para ponernos en armonía con Dios
También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Marcos 2:27.
Cuando se le acusó de violar el sábado en Betesda, Jesús se defendió
afirmando su condición de Hijo de Dios y declarando que él obraba en
armonía con el Padre. Ahora que se atacaba a sus discípulos, él citó a
sus acusadores ejemplos del Antiguo Testamento, actos verificados en
sábado por quienes estaban al servicio de Dios.
Los maestros judíos se jactaban de su conocimiento de las Escrituras, y la respuesta de Cristo implicaba una reprensión por su ignorancia de los sagrados escritos. “¿Ni aún esto habéis leído”, dijo, “lo que hizo David cuando tuvo hambre él, y los que con él estaban; cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes?” También les dijo: “El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo”. “¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí”. “Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo” Lucas 6:3, 4; Mateo 12:5, 6; Marcos 2:27, 28.
Jesús no dejó pasar el asunto con la administración de una reprensión a sus enemigos. Declaró que su ceguera había interpretado mal el objeto del sábado. Dijo: “Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes”. Mateo 12:7. Sus muchos ritos formalistas no podían suplir la falta de aquella integridad veraz y amor tierno que siempre caracterizarán al verdadero adorador de Dios...
Lo que Dios aprecia es el servicio de amor. Faltando éste, el mero ceremonial es una ofensa. Así sucede con el sábado. Estaba destinado a poner a los hombres y a las mujeres en comunión con Dios; pero cuando la mente quedaba absorbida por ritos cansadores, el objeto del sábado se frustraba. Su simple observancia exterior era una burla.—El Deseado de Todas las Gentes, 251, 252.
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