miércoles, 7 de mayo de 2014

SER SEMEJANTE A JESÚS.

Un triple milagro revela la santidad del sábado

Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán.
Éxodo 16:35.

Cada semana, durante su largo peregrinaje por el desierto, los israelitas presenciaron un triple milagro que debía inculcarles la santidad del sábado: cada sexto día caía doble cantidad de maná, nada caía el día séptimo, y la porción necesaria para el sábado se conservaba dulce sin descomponerse, mientras que si se guardaba los otros días, se descomponía.

En las circunstancias relacionadas con el envío del maná, tenemos evidencia conclusiva de que el sábado no fue instituido, como muchos alegan, cuando la ley se dio en el Sinaí. Antes de que los israelitas llegaran al Sinaí, comprendían perfectamente que tenían la obligación de guardar el sábado. Al tener que recoger cada viernes doble porción de maná en preparación para el sábado, día en que no caía, la naturaleza sagrada del día de descanso les era recordada de continuo. Y cuando parte del pueblo salió en sábado a recoger maná, el Señor preguntó: “¿Hasta cuando no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes?” Éxodo 16:28.

“Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán”. Durante cuarenta años se les recordó diariamente, mediante esta milagrosa provisión, el infaltable cuidado y el tierno amor de Dios. Conforme a las palabras del salmista, Dios les dio “trigo del cielo. Pan de ángeles comió el hombre” Salmos 78:24, 25 (VM); es decir, alimentos provistos para ellos por los ángeles. Sostenidos por el “trigo del cielo”, recibían diariamente la lección de que, teniendo la promesa de Dios, estaban tan seguros contra la necesidad como si estuvieran rodeados de los ondulados trigales de las fértiles llanuras de Canaán.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 302, 303.

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