sábado, 15 de abril de 2023

Las casas de culto


Vi que muchos de aquellos a quienes Dios ha confiado recursos, se sienten libres para usarlos liberalmente según su propia conveniencia y acomodarse hogares placenteros en esta tierra; pero cuando edifican una casa en la cual se ha de adorar al gran Dios que habita en la eternidad, no pueden permitirle que use los recursos que él les prestó. No rivalizan los miembros en demostrar su gratitud a Dios por la verdad, haciendo todo lo que pueden para preparar un lugar de culto apropiado; por el contrario, algunos tratan de hacer lo menos posible. Les parece que lo que gastan en la preparación de un lugar donde puedan recibir la visita del Altísimo se ha de contar como pérdida. Tal ofrenda es coja, e inaceptable para Dios. Vi que le agradaría mucho más a Dios si sus hijos manifestasen tanta sabiduría al prepararle una casa como la que manifiestan al construir sus propias moradas. Los sacrificios y las ofrendas de los hijos de Israel debían ser sin mácula ni defecto, lo mejor de los rebaños; y se requería que cada uno participase en esta obra. La obra de Dios para este tiempo será extensa. Si edificáis una casa para el Señor, no le ofendáis ni le pongáis limitaciones dedicándole vuestras ofrendas cojas. Poned en la casa edificada para Dios la mejor ofrenda. Sea ella lo mejor de lo mejor que poseéis. Manifestad interés en hacerla conveniente y cómoda. Algunos piensan que esto no tiene importancia porque el tiempo es muy corto. Entonces aplicad la misma regla a vuestras propias moradas, y a todos vuestros arreglos mundanales. Vi que Dios podría llevar a cabo su obra sin ayuda de ningún hombre; pero tal no es su plan. El mundo actual está destinado a ser un escenario de prueba para el hombre. Este debe formar aquí un carácter que le acompañará en el mundo eterno. Delante de él se halla el bien y el mal, y su estado futuro depende de la elección que haga. Cristo vino para cambiar la corriente de sus pensamientos y afectos. Su corazón debe ser apartado de su tesoro terrenal, y fijado en el celestial. Por su abnegación, Dios será glorificado. El gran sacrificio ha sido hecho para el hombre. Ahora se lo prueba a él para ver si sigue el ejemplo de Cristo y se sacrifica por sus semejantes. Satanás y sus ángeles están coligados contra el pueblo de Dios, pero Jesús trata de purificarlo para sí. El exige que sus hijos hagan prosperar su obra. Dios les ha confiado en este mundo lo suficiente para llevar a cabo su obra sin trabas, y él quiere que usen juiciosamente los recursos que les ha confiado. “Vended lo que poseéis, y dad limosna” (Lucas 12:33), es parte de la sagrada Palabra de Dios. Los siervos de Dios deben levantarse, clamar y no escatimar esfuerzos para declarar “a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado.” Isaías 58:1. La obra de Dios se ha de extender. Si su pueblo sigue su consejo, no conservará muchos recursos que serán consumidos en la conflagración final. Se habrá hecho tesoros donde la polilla y el orín no pueden corromper, y no habrá vínculo que lo ligue a esta tierra.

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