miércoles, 3 de julio de 2024

No se honra a Dios


Aquel que ve debajo de la superficie, que lee en los corazones, habla así de quienes han tenido grandes luces: “No se afligen ni se sorprenden de su estado moral y espiritual.” “Y pues escogieron sus caminos, y su alma amó sus abominaciones, también yo escogeré sus escarnios, y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron; antes hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que a mí desagrada.” “Por tanto, pues, les envía Dios operación de error, para que crean a la mentira;” “por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” “antes consintieron a la iniquidad.” Isaías 66:3, 4; 2 Tesalonicenses 2:11, 10, 12.

El Maestro celestial preguntó: “¿Qué engaño más grave puede seducir la mente que el que os hace creer que estáis construyendo sobre un buen fundamento y que Dios acepta vuestro trabajo, cuando en realidad estáis haciendo muchas cosas conforme a las ideas del mundo y pecando contra Jehová? Es grande el extravío y fascinante la alucinación que se apoderan de las mentes, cuando los hombres que han conocido la verdad adoptan la forma de la piedad en vez de su espíritu y potencia; cuando suponen que son ricos y que no necesitan nada, y en realidad lo necesitan todo.” Dios no ha cambiado para con sus siervos que guardan sus vestiduras sin manchas. Empero muchos dicen: “Paz y seguridad,” entretanto que una ruina repentina va a sobrecogerlos. Nunca entrarán los hombres en el cielo, a menos que se arrepientan cabalmente, humillen su corazón por la confesión de sus pecados y reciban la verdad tal como es en Jesús. Cuando la purificación se efectúe en nuestras filas, no permaneceremos más tiempo ociosos, enorgullecidos de nuestras riquezas y de que nada nos falta. ¿Quién puede decir con verdad: “Nuestro oro es probado en el fuego y nuestros vestidos no están manchados por el mundo”? He visto a nuestro Instructor señalar vestiduras que se daban por justicia. Al desgarrarlas puso al descubierto la suciedad que cubrían. Luego me dijo: “¿No puedes ver con qué falsedad cubrieron su inmundicia y la corrupción de su carácter? ‘¿Qué, pues, la ciudad fiel ha venido a ser una ramera?’ ¡La casa de mi Padre es hecha un lugar de comercio, de donde se han retirado la gloria y la presencia divinas! Por esta causa hay debilidad y falta la fuerza.”

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