Nuestros institutos de enseñanza pueden suplir, en gran medida, los obreros que necesitan tales campos misioneros. Deben hacerse planes juiciosos para dar mayor solidez a la obra que se hace en nuestros centros de educación. Deben estudiarse los mejores métodos para preparar a jóvenes consagrados, de ambos sexos, para llevar responsabilidades y ganar almas para Cristo. Hay que enseñarles a presentarse ante el mundo y a exponer el mensaje del tercer ángel de una manera atrayente. En lo que toca al manejo de los negocios, hay que darles lecciones que puedan serles de utilidad cuando sean enviados a campos aislados, donde deberán pasar muchas privaciones y practicar la más estricta economía.
El Señor ha instituído un plan por medio del cual un buen número de alumnos de nuestras escuelas pueden aprender lecciones prácticas, que les asegurarán el éxito en su carrera. Les da ocasión de vender libros preciosos, consagrados al adelantamiento de nuestra obra de educación y de salud. El mismo hecho de vender esos libros presentará a los jóvenes muchas incidencias que los prepararán para resolver los problemas que los esperan en las regiones lejanas. Al vender estos libros durante su vida escolar, muchos pueden aprender a acercarse a la gente de una manera cortés y a discurrir con tacto sobre los diferentes puntos de la verdad presente. Y al tener cierto éxito financiero, algunos aprenderán a ser económicos, lo que será para ellos de la mayor importancia, cuando sean enviados a algún lugar como misioneros. Los alumnos que emprendan la venta de libros como Lecciones Prácticas del Gran Maestro y El Ministerio de Curación, deberían estudiar el contenido de los mismos. Al familiarizarse con los temas tratados y al esforzarse por poner en práctica sus enseñanzas, se desarrollarán intelectual y espiritualmente. Los mensajes contenidos en esos libros son la luz que Dios me ha encomendado le comunique al mundo. Los profesores de nuestras escuelas debieran animar a los alumnos a estudiar atentamente cada capítulo. Deberían enseñar esas verdades a sus alumnos y esforzarse para que la juventud aprecie y se asimile los preciosos pensamientos que Dios nos ha confiado para el mundo. La preparación necesaria para presentar esos libros y la práctica diaria del colportaje, serán un excelente aprendizaje que, con la bendición de Dios, hará a los jóvenes aptos para servir en la viña del Maestro. Bajo la bendición de Dios, los jóvenes se harán idóneos para servir en la viña del Señor.
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