Por El Heraldo Remanente
“Los hombres están siendo agitados con una intensa actividad desde abajo, y los hijos e hijas de Dios no deben dar su influencia a esta lucha política… Hay fraude de ambos lados… Pero con respecto a los agitadores políticos, la palabra del Señor para nuestra es: 'No vayáis tras ellos'”. General Conference Bulletin, 17 de febrero de 1897
Este es un sabio consejo que todo el pueblo de Dios debe obedecer; como afirmó la hermana White en otro lugar, “no tenemos batallas que pelear en el mundo político”. Fundamentos de la educación cristiana, pág. 479 (Carta 95, 1899)
Los adventistas del séptimo día, precisamente, deberían mantenerse alejados del partidismo, la venganza, las falsedades, el engaño, la conveniencia y las ventajas personales que acompañan al ámbito de la política. Considere esta cita:
“Algunos serán honestos cuando no cueste nada; pero cuando la política es más rentable, se olvida la honestidad. La honestidad y la política no funcionarán juntas en la misma mente. Con el tiempo, cualquiera de las dos políticas será expulsada y la verdad y la honestidad reinarán supremas o, si se valora la política, la honestidad será olvidada. Nunca están de acuerdo; no tienen nada en común. Uno es el profeta de Baal, el otro es el verdadero profeta de Dios”. Testimonios para la Iglesia, volumen 5, pág. 96
Es cierto que nuestro Maestro permitió que el gobierno civil tuviera el lugar que le correspondía en la sociedad y ejerciera su deber legítimo, que debemos respetar (Mateo 22:21; Romanos 13:1–7; 1 Pedro 2:13–17). Sin embargo, circunscribió el alcance hasta el cual ese poder podría usarse:
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